Cada día se habla más sobre la Terapia Asistida con Animales (TAA) pero, ¿por qué puede ser beneficioso introducir un animal en una intervención terapéutica?
Uno de los colectivos en los que se han realizado más investigaciones acerca de la TAA es el formado por personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Se habla de “espectro” porque el autismo afecta de manera distinta a cada persona aunque presenten entre ellas algunos síntomas similares, como problemas de interacción social. Estas dificultades pueden ser desde dificultad para comprender el lenguaje a dificultad para comprender los sentimientos de otras personas. Además, pueden tener problemas para comprender los cambios o presentar estereotipias (por ejemplo, el aleteo) o rituales. Asimismo algunas personas con TEA pueden presentan también problemas adicionales como pueden ser los trastornos del sueño.
Redefer and Goodman (1989) concluyeron que los perros de terapia, guiados por un terapeuta en una sesión de terapia con un niño con TEA, fomentan las interacciones sociales apropiadas y disminuyen los comportamientos repetitivos.
Prothmann (2009) concluyó que los niños con TEA prefieren jugar con perros de terapia frente a personas (que quedaron en segundo lugar) o juguetes, probablemente porque son más fáciles de entender que las personas al no implicar lenguaje verbal.
Viau (2010) concluyó que la presencia de los perros disminuye la cantidad de cortisol producida por los niños con TEA fomentando estados de relajación y mejorando los patrones de sueño.
Estos estudios, entre otros, nos muestran el potencial impacto positivo que puede tener un perro en la intervención terapéutica con niños con TEA y nos debe hacer seguir investigando en este sentido para mejorar la calidad de vida de las personas con TEA y sus familias.
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