Desde la antigüedad se han ido creando una serie de mitos y leyendas sobre los perros, que aunque se han difundido y aceptado en muchos casos como algo verdadero, la mayoría no lo son, y pueden generar confusión e incluso ser un peligro para estos animales.
Por eso, presentaremos cada semana un artículo de Vera Vicinanza, coordinadora de los cursos online del área veterinaria de ISED, para desmentir estas “leyendas urbanas” y conocer un poco más el mundo canino.
Aquí tenéis el primer artículo:
Leyenda 1: “El Dobermann es agresivo a causa de problemas en su cerebro”
En el caso del Dobermann hay dos versiones muy fantasiosas que aseguran que esta raza tiene problemas en el crecimiento de los huesos de la cabeza. Según una teoría habría un hueso que creciendo en el interior del cerebro, se clavaría con su punta en la masa cerebral determinando el comportamiento agresivo del perro. Otra versión cuenta que los huesos del cráneo del Dobremann crecen a un ritmo más lento que su cerebro. La consecuencia sería que el cerebro, comprimido por los huesos, subiría una alteración que llevaría al perro a la agresividad y a la locura.
Es evidente que si estas teorías fueran ciertas, esta raza se habría extinguido desde hace mucho tiempo.
Lo que está claro es que el aspecto del perro no le ayuda a ser aceptado a primera vista: la naturaleza nos ha programado genéticamente para responder positivamente a algunas formas y comportamientos que, en su totalidad, se denominan “baby look”. Es por esta razón que los cachorros de cualquier animal estimulan un instinto maternal: su forma redondeada, su andadura incierta, los sonidos que emiten. El Dobermann es un perro de pelo corto, patas alargadas, es un excelente guardián y tiene un carácter fuerte y esto ciertamente ha podido fomentar las falsas creencias sobre él, considerando también que, por su aspecto, era el más utilizado por las SS en la Segunda Guerra Mundial por fines intimidatorios.