El instinto agresivo de algunos perros a veces se descontrola y hace que en muchas ocasiones acabe peleándose con otro sin que sepamos cómo actuar. El siguiente artículo presenta algunos consejos facilitados por la Coordinadora del Área de Veterinaria de ISED, Vera Vicinanza, para, en primer lugar, disminuir la tendencia agresiva y, en segundo, para saber cómo actuar con nuestra mascota cuando se implica en una pelea.
Quinto consejo: ¿Qué hago si se pelea?
La agresividad es un comportamiento de los perros del todo normal. El problema es controlar y reconducir esta agresividad en situaciones de la vida cotidiana que pueden llevar a conflictos a veces peligrosos. Un concepto importante es que un perro no nace agresivo, si no aprende a utilizar la agresividad en determinadas situaciones solo porque “le funciona”. La tendencia a ser más o menos reactivo puede ser genética, pero el ambiente juega un papel determinante para que el perro aprenda que si se comporta de forma agresiva obtiene lo que quiere.
Las causas que desencadenan la agresividad pueden ser varias y en este sentido cada perro es un mosaico de emociones en el momento de desencadenarse la agresividad. Así que identificar la causa y el detonante representa el paso indispensable para solucionar el problema.
La postura del perro y el blanco de la agresividad pueden completar el cuadro. Si el perro presenta una postura claramente dominante es que quiere afirmar su poder sobre el contrincante; al contrario, si la postura es de miedo ésta es la causa de su agresividad, intentar defenderse de algo que percibe como un peligro. Desgraciadamente en la mayoría de los casos las cosas no son tan sencillas y el perro muestra posturas ambivalentes, mezcladas entre miedo y dominancia. Estos casos deben ser estudiados con atención porque pueden interactuar diferentes componentes, como la ansiedad, la falta de una socialización adecuada que implica no saber cómo acercarse a otro perro (falta de aprendizaje de los rituales), aprendizaje equivocado y reforzado en el cual el perro aprende que con la agresividad puede solucionar sus problemas. Por esta razón el diagnóstico es indispensable en la cura de este problema.
Si llegamos a las consecuencias extremas de la pelea, hay algunas cosas que absolutamente debemos evitar, como: Ponernos en medio de la pelea: lo más probable es que nos llevemos un mordisco de algún contrincante por la llamada “agresividad redirigida” o por equivocación; Coger en brazos a los perros pequeños: por la misma razón, en una situación de excitación el perro puede mordernos porque no puede alcanzar su objetivo principal y mordernos para descargarse; Gritar y excitarse: aumenta la tensión y excitación de la situación.
En caso que el conflicto no sea demasiado grave, lo mejor es que dejemos que los perros resuelvan sus diferencias. Pero, evidentemente, si vemos que la situación pone en peligro a los perros es importante actuar con firmeza y sangre fría. Evitando los comportamientos antes descritos, podemos coger las patas traseras de los dos perros (evidentemente con la ayuda de otra persona), para que pierdan el contacto con el suelo, el apoyo y el equilibrio. De esta forma podemos tirarlos hacia atrás para que retrocedan y, así, separarlos. Si no puede ayudarnos nadie, intentaremos esta maniobra con el perro más agresivo y dominante que ha empezado la pelea para tener más posibilidades de éxito.