Todos pensamos que un gato y un perro no pueden convivir en un mismo lugar sin que haya problemas entre ellos. La coordinadora de los cursos online del Área de veterinaria de ISED, Vera Vicinanza, desmiente esta idea en el nuevo artículo de la sección “Mentiras y verdades sobre gatos”.
Leyenda urbana 6: Como perro y gato
Una creencia muy radicada en la sociedad, corroborada por la sabiduría de los dichos populares, es que los perros y los gatos nunca harán “buenas migas”. Esta creencia no es cierta, se puede conseguir una convivencia pacífica entre estas dos especies, si se respetan sus espacios y sus características biológicas y etológicas. Algunos trucos para que perro y gato puedan convivir felices los podemos poner en marcha pensando en sus características de especie. Es importante preparar el ambiente que deben compartir los animales dejando un sitio en el cual el gato pueda esconderse si lo desea para sentirse protegido. También con este propósito dotaremos nuestra casa de espacios elevados en los cuales el gato pueda subirse para tener la situación bajo control. Para un felino cazador como el gato es importante dominar el espacio para sentirse seguro.
Otra característica del gato es que su mundo es regulado por los olores. Es muy sensible a cambios ambientales que para nosotros pueden pasar desapercibidos. Si adoptamos un cachorro, es importante presentarlo de forma progresiva al gato, por ejemplo no enseñándoselo enseguida si no hacer que antes se acostumbre a su olor. Existen en el mercado productos, las feromonas, que pueden facilitar el acercamiento. Se puede frotar una toallita con el recién llegado para que el gato lo acepte mejor. De todos modos lo peor es forzar la amistad: el gato podrá reaccionar, pero si le hemos preparado el territorio para que pueda huir y controlar la situación tendremos muchas más posibilidades.
Una causa frecuente de reacción en nuestras mascotas es el miedo a lo desconocido. Para evitarlo intentaremos socializar el gatito, antes de las 9 semanas de vida, con todos los estímulos que se encontrará después, incluso perros y otras mascotas. Así será mucho más fácil que familiarice con estos estímulos y los considere parte de su entorno sin miedos. Si el gatito es quién llega después a casa, intentaremos que el perro se habitúe a él dejándolo por ejemplo en un trasportín hasta que el perro muestre señales calmadas y tranquilas. Luego podremos interactuar jugando juntos para condicionar positivamente las situaciones en las que los dos interactúan.