Tener un perro en casa tiene múltiples ventajas para toda la familia y en especial, para niños. No solo en el plano emocional y educativo, sino también en cuestiones de salud. Y es que estos perros son la mejor vacuna contra muchos tipos de alergias y enfermedades. ¡Piénsalo! Aunque no lo parezca, el secreto está en grandes cantidades de bacterias que trae el perro al hogar, por lo que los niños que conviven con un can están expuestos a toda clase de bacterias y con el tiempo quedan inmunes a ellas (hablamos de perros sanos, cuyos cuerpos traen bacterias, pero no capaces de crear infecciones por si solas ya que el perro está sano). Como resultado, son menos propensos a desarrollar alergias en el transcurso de sus vidas y enferman con menor frecuencia y gravedad en comparación con niños que no tienen mascotas.
Un perro con celos es un peligro para los recién nacidos
Sin embargo, un perro que no ha recibido un correcto adiestramiento por parte de un educador canino puede causar muchos problemas en la convivencia familiar. Esta situación podría agravarse aún más con la llegada de un bebé, sobre todo si se trata de un perro consentido y mimado en exceso, con mínima exposición previa a niños y muy poca paciencia para tolerar sus caricias y juegos. Además, aparecen los celos que le hacen sentirse inseguro y con necesidad de reclamar la atención de sus dueños a toda costa. Esta actitud reivindicativa puede volverlo extremadamente agresivo con este pequeño “intruso” que le “destronó” de su posición del rey de la casa y si no se toman medidas a tiempo, sus celos pueden alcanzar un grado patológico y provocar reacciones imprevisibles respecto al bebé. En algunos casos, los perros con celos no tratados por un educador canino desarrollan una doble personalidad denominada síndrome maníaco-depresivo, o trastorno bipolar, que crea graves problemas de convivencia de muy difícil solución y suponen un peligro para la integridad física del bebé. Durante estos episodios de “locura” emocional el perro pierde todo el contacto con realidad y se descontrola por completo, provocando serias dudas sobre su capacidad de convivir bajo el mismo techo con un recién nacido.
Cómo conseguir una buena convivencia entre bebés y perros
Los padres deben ser conscientes que para un perro los niños y en especial los recién nacidos son animales raros, diferentes a las personas adultas: son muy pequeños y chillones, lloran, gritan, hacen movimientos bruscos y se apoderan de todo lo que tengan a su alcance. Para los perros que no han recibido una correcta educación social todo ello representa una conducta extraña que podría desencadenar una respuesta agresiva respecto a los recién nacidos. Esta situación potencialmente peligrosa puede evitarse con ayuda de un especialista en educación canina si se presta antes de que llegue un nuevo miembro de la familia. Y es que la mejor medida preventiva es la socialización temprana del perro y su adiestramiento a base de comandos de obediencia básica, que es donde el papel de un educador canino es crucial. Este profesional en aprendizaje y entrenamiento de los perros estudiará el comportamiento del animal y, una vez evaluada su conducta, seguirá las pautas oportunas para enseñarle a relacionarse con los más pequeños de la casa y a respetar la jerarquía familiar, donde un perro siempre ocuparía el último escalón. No obstante, por más buena que sea la convivencia entre bebés y perros nunca se debe dejarlos solos y es absolutamente necesario mantener vigilado al animal para detectar a tiempo cualquier posible anomalía en su conducta hacia los recién nacidos.
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