Las ‘Granjas de cachorros’ son instalaciones en las cuales se crían cachorros de perros para la sucesiva venta, en la mayoría de los casos a tiendas de animales, pero también a particulares a través de Internet.
Este procedimiento de “crianza industrial” de perros ha llamado la atención de la Best Friend Animal Society que, en colaboración con la Universidad de Veterinaria de Pensilvana ha realizado un estudio en el cual se analizaron más de 1169 perros procedentes de las ‘granjas de cachorros’… Y los resultados son realmente escalofriantes. Como era de esperar, los perros utilizados en la cría sufren daños en muchos casos permanentes debido a las condiciones indigna en las cuales son explotados: jaulas pequeñas, ningún contacto social, falta de ejercicios, cuidados mínimos. No solo físicamente, si no también psicológicamente sufren secuelas de difícil curación que, en muchos casos, quedan toda la vida.
En este estudio los perros evaluados mostraban elevada incidencia de miedos y fobias, conductas compulsivas como girar en círculo, problemas de eliminación inadecuada de heces y orina, a parte de trastornos en la interacción social como manipulaciones y caricias. Estos perros demostraban carencia de adaptabilidad a todas los acontecimientos nuevos de su día a día, respondiendo en la mayoría de los casos con miedo en vez de agresividad. Este cuadro coincide con el llamado cuadro de indefensión aprendida en el cual el animal no tiene herramientas para enfrentarse al estrés y no tiene control sobre su ambiente. De hecho estos animales en muchos casos se presentan como ausentes y los nuevos propietarios que los han adoptado los describen como si fueran niños afectados por autismo.
La otra cara de la moneda no es menos cruel. Los cachorros nacidos de estas madres también son criados en condiciones pésimas, no solo higiénicas y nutricionales, si no también considerando el factor del desarrollo del comportamiento. Sus madres son explotadas para la cría y tienen cachorros en cada celo, a menudo sin poder ni moverse de su jaula.
Estos cachorros son alejados precozmente de sus madres y sus hermanos, hecho que se puede reflejar en falta de aprendizaje de los rituales típicos de dominancia-sumisión, de juego, de inhibición de la mordida, desapego a la madre, resistencia al estrés inducida por los cuidados de la madre en los primeros días. Los cachorros deberían permaneces con sus madres y hermanos al menos hasta la octava semana.
Todo esto hace que el normal desarrollo de estos cachorros se vea comprometido y sean animales predispuestos a problemas de conducta, sobre todo relacionados con el estrés.
A parte estos factores, otros elementos a tener en consideración están relacionados con la falta de socialización que experimentan estos animales. Se sabe que el periodo de socialización se extiende desde las tres semanas hasta los tres meses de vida del cachorro. En este periodo el animal necesita ser expuesto a todos los estímulos posibles, aprendiendo a familiarizarse con ellos. Es como si se tratase de un ordenador en el cual debemos instalar los programas con los cuales debemos trabajar. Si esto no sucede correctamente, el cachorro se encontrará desprevenido hacia los estímulos procedentes del ambiente mostrando falta de adaptación y llegando a desarrollar problemas sociales, agresividad y fobias.
Un problema no menos importante para los futuros propietarios es la probable alteración en la conducta de eliminación. Estos cachorros, por falta de espacio, pueden presentar dificultad en el aprendizaje de eliminación, considerando que en los espacios reducidos de las jaulas, como en las granjas, no tienen la posibilidad de discriminar donde eliminar y en muchos casos lo hacen en el mismo sitio donde comen o duermen, generando el inicio del problema.
Un gran avance se ha producido en Irlanda donde desde el 1 de enero de 2012 se prohíbe la crianza masiva de cachorros y, de hecho, las granjas de perros.
Esperemos que en nuestro país también podamos pronto hacer nuestra esta ley.