Puede que no sea uno de los trastornos más conocidos en canes, pero lo cierto es que cualquier auxiliar de veterinaria tendrá que enfrentarse tarde o temprano a la epilepsia en perros. Aquí vas a descubrir algunos detalles sobre la enfermedad y comprenderás cómo afecta esta patología a los peludos que lleguen a la clínica.
Las cifras
Lo cierto es que la epilepsia canina no es tan rara como podría parecer. Se calcula que en torno al 2,5 % de los perros padecerá en algún momento de su vida episodios de epilepsia. Eso sí, en ocasiones los ataques aparecen de forma completamente espontánea y desaparecen de la misma manera.
Es más, se sabe que aproximadamente el 15 % de los perros que presentan epilepsia consiguen remitir la enfermedad. A veces es necesario un completo tratamiento para conseguirlo, aunque en el caso de los perros más jóvenes la enfermedad puede desaparecer por acción del propio organismo o, al menos, no manifestarse.
Qué es la epilepsia
De una forma muy sencilla, el ataque epiléptico se produce cuando hay una actividad eléctrica anormal en el cerebro del perro que se crea por la despolarización de las células nerviosas sin que se puedan identificar las causas que la provocaron.
En todos los casos, la epilepsia en canes presenta las típicas convulsiones siendo este el síntoma más llamativo y el que permite realizar un diagnóstico más seguro. Así, cualquier perro que haya sufrido un episodio de convulsiones debería ser sometido a un profundo análisis de sus funciones cerebrales para descartar cualquier otro problema.
Síntomas anteriores y posteriores a las convulsiones
Como dijimos, el auxiliar de veterinaria puede identificar la epilepsia en perros por las convulsiones, pero a veces hay detalles que pueden advertirse incluso antes de que estos se produzcan consiguiendo prevenir problemas mayores.
Por ejemplo, la fase conocida como prodrómica se advierte en el 10 % de los perros con epilepsia. Se trata de un nerviosismo generalizado fuera de lo normal que puede durar desde unos días anteriores al ataque a unos minutos, por lo que es necesario que los dueños se fijen en cualquier comportamiento extraño.
Otra fase que ayuda a saber que se ha producido un ataque epiléptico viene justo después del ataque. Se conoce como fase post ictal y se debe al agotamiento cerebral que sufre el animal. Los síntomas son en su mayor parte cambios conductuales como la aparición de agresividad o un cansancio excesivo.
Las causas de los ataques epilépticos en perros
Hay algunas que aún no se conocen, pero otras sí que han sido perfectamente identificadas. Por ejemplo, a nivel extracraneal, las intoxicaciones con insecticidas, la hipoglucemia o la encefalopatía hepática son motivos más que sobrados para que los ataques epilépticos se produzcan.
Los traumas intracraneales también aumentan el riesgo de que el perro pueda sufrir un ataque a lo largo de su vida, por lo que hay que tener muy controlados estos detalles como auxiliar de veterinaria.
En definitiva, la epilepsia en perros puede curarse en los perros, aunque para ello se debe identificar cualquier síntoma e intentar prevenirlo con anterioridad a las peligrosas convulsiones.
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