El ladrido de los perros, si es continuo, además de ser un sonido molesto, puede ocasionar problemas con vecinos o familiares, amigos u otras personas que nos visiten a casa. La coordinadora de los cursos online del Área de Veterinaria de ISED, Vera Vicinanza, nos da en el siguiente artículo algunos trucos para evitar y suavizar esta situación.
Segundo consejo: mi perro ladra todo el día
Es uno de los problemas más comunes y que mucho puede afectar al propietario y a la convivencia con los vecinos. Los continuos ladridos pueden acabar con una buena relación con el perro hasta el punto que muchos propietarios deciden deshacerse de él, a menudo a raíz de denuncias por parte de los vecinos.
Son muchas las situaciones que provocan el ladrido del perro, muy diferentes y con diferentes causas. Buscarlas representa el primer paso hacia la solución, aunque en muchos casos es necesaria constancia y disciplina, del perro y del propietario.
Pero ¿por qué ladra el perro? La raza seguramente representa un factor de predisposición, pero el ambiente, el aprendizaje y la experiencia son los factores determinantes. Hay razas más predispuestas a ladrar, en general las pequeñas que pueden llegar a ladrar para cualquier cosa. Son razas más reactivas y enérgicas, pero no son las solas. También perros de trabajo, muy activos, pueden ladrar, sobre todo cuando quieren “marcha”, considerando que se aburren con facilidad si no los estimulamos psíquicamente. Razas de guarda también pueden ladrar con más frecuencia.
Un perro dejado solo todo el día es probable que se aburra y, a parte otros problemas de comportamiento, puede ponerse a ladrar ininterrumpidamente. No se trata solo de perros dejados en pisos, si no también en jardines, según la convicción que si el perro está al aire libre estará bien aunque no se le haga caso.
Otra razón que muy a menudo causa ladridos es el miedo. Muchos perros pueden tener falta de socialización durante su periodo sensible (de las 3 semanas a los 3 meses) y esto puede hacer que desarrollen miedo a lo que no han aprendido a conocer. En este caso es importante identificar la causa de miedo e intentar que poco a poco el perro se familiarice con ella, por ejemplo haciendo asociaciones positivas, comida apetitosa, caricias, juego y…mucha paciencia.
Una circunstancia, también muy frecuente, es ladrar para llamar la atención del propietario. Es una herramienta que siempre le funciona al perro porque, aunque solo le reñimos o le decimos “¡basta!” su propósito se habrá cumplido. En este caso ignorar al perro es lo mejor que podemos hacer, aunque a menudo sea difícil. Mejor aún será premiar las conductas deseadas, es decir si el perro está tranquilo. En este caso podemos acercarnos a él y premiarlo, intentando no subir la excitación, simplemente acariciarlo y darle un premio. El perro asociará que cuando está tranquilo tendrá premio y si se excita se le ignorará.
Por último un fenómeno muy común es cuando el perro ladra detrás de una valla. En este caso puede tratarse de una conducta aprendida en cuanto de cachorro todo el mundo se paraba a decirle algo, mientras que de adulto la gente no se acerca tanto. Así él intenta llamar la atención ladrando, pero obtiene el efecto contrario: nadie se acerca. Esto provoca en el perro una frustración que transforma su deseo de que el ser humano se acerque en malestar cada vez que es rechazado. En este caso es importante que el animal no vea la calle y se intente poner una valla más apropiada.
Otra causa de ladrido en caso de perros que viven en el exterior es la protección del territorio. El perro se da cuenta que ladrando obtiene lo que quiere, es decir que los extraños ese alejen. Así que “va a lo que le funciona” y el comportamiento se refuerza. Es importante prevenir este comportamiento, habituando al perro que si viene alguien pasan cosas buenas, se le distrae, se llama su atención para que no pueda establecer esta conducta y la asociación entre el ladrido y el hecho de que el “intruso” se va.