Se trata de un comportamiento muy común. El gato pone sus patas delanteras sobre una superficie blanda o suave, una manta, un cojín o su mismo propietario y empieza a moverlas como si amasara el pan. Los propietarios interpretan este comportamiento como una demostración que el gato es feliz y disfruta del momento, tanto que, a menudo, este comportamiento se acompaña con el ronroneo, otro signo de “felicidad” felina…
En realidad este comportamiento tiene significados más profundos. Sin duda representa una muestra que el gato se encuentra en un momento placentero pero, además, se trata de un modo de auto-gratificarse, un poco como cuando los humanos nos comemos las uñas.
Los gatos muestran este comportamiento desde cachorros, cuando “amasan” contra la barriga de su madre para estimular la salida de la leche. Y de mayores este mecanismo ayuda a que se difundan en el ambiente unas secreciones de las glándulas interdigitales, las feromonas, que tienen un importante valor en la comunicación entre los gatos.
Desde un punto de vista fisiológico, durante este movimiento, el cerebro genera endorfinas, unos neurotransmisores relacionados con el placer. Entonces podemos decir que les gusta.
Por otra parte, cuando este comportamiento se realiza con demasiada frecuencia debemos considerar la probabilidad que exista algún problema. Puede que el gato haga esto para aliviar algún problema físico subyacente o que no se sienta a gusto por alguna razón, sobre todo relacionada con su ambiente, e intente calmarse a si mismo utilizando este sistema.
Así que, disfrutemos del cariño de nuestro gato pero siempre vigilando a cualquier señal de alerta. Y si notamos que algunos comportamientos aumentan o se reducen en frecuencia debemos comentarlo al veterinario por si supone algún problema de salud.
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