Es frecuente que los propietarios de gatos me pregunten sobre la deungulación; es decir, quitar las uñas al gato para que no arañe los sofás o las cortinas, o bien por el temor de que puedan arañar a algún miembro de la familia. Contrariamente a lo que la gente supone, no consiste en cortar las uñas “un poco más”, sino en la amputación de última falange de los dedos, que es la base del tendón retráctil y lugar de nacimiento de la uña.
Es un proceso quirúrgico muy doloroso en el que se espera que se presenten complicaciones en más del 50% de los casos, como hemorragia postoperatoria, inmediata o al sacar el vendaje. Las complicaciones pueden llegar a ser muy graves como dolor crónico con respuesta pobre al tratamiento.
La cirugía conlleva una serie de consecuencias para el gato:
1) En relación al comportamiento: no puede rascarse con normalidad, trepar, defenderse, agarrar a sus presas, relajarse estirándose… Todo esto puede llevar a un aumento del estrés.
2) En relación a la locomoción: se ve obligado a modificar su postura corporal y su forma de caminar. En algunas ocasiones, puede ser causa de cojera e incluso de malformaciones si se da un recrecimiento de la uña.
Existen a disposición del propietario responsable numerosas alternativas para evitar o disminuir los efectos indeseados del marcaje por rascado: rascadores verticales rociados con sprays atrayentes, cubrir el sofá, corte de uñas regular, fundas de goma para uñas, etc. Nosotros, como veterinarios y auxiliares de clínica veterinaria, estaremos encantados de facilitarles toda la información al respecto.
Las uñas y su utilidad forman parte de la naturaleza del gato, por eso no es extraño que ellos se las cuiden a diario y que marquen su territorio con ellas. Esto debería ser conocido y aceptado por el propietario, a ser posible antes de que el gato entre a formar parte de la familia. En algunos casos puede ser preferible o aconsejar no adoptar un gato como mascota.