“Spunk ya no quiere pasear como antes y se sienta en mitad del camino, es normal, es mayor.” “Boris ya es viejito, no puede subir a la cama para dormir conmigo y apenas juega.” Sí, son mayores pero ocurre algo más: tienen dolor articular y ante esto nos haremos una serie de preguntas:
¿Podemos ayudarles?
Sí, debemos ayudarles.
¿Cómo?
Tenemos que ayudar a prevenir y combatir el dolor y existen diversas formas complementarias entre sí.
- Tratamiento farmacológico: antiinflamatorios no esteroideos y/o esteroideos, analgésicos puros (opiáceos), condroprotectores, gabapentina (dolor neuropático),que podemos usarlos solos o combinados entre sí.
- Cambios en los hábitos y el entorno. Por ejemplo, en el caso de los perros los paseos no deben ser tan largos y espaciados en el tiempo, si no más frecuentes y cortos; lo ideal son varios paseos al día de 10 minutos, camas adecuadas para el descanso, etc. En el caso de los gatos, facilitarles el acceso a los lugares que les gustan y les es difícil acceder, como puede ser un banqueta más baja que el sofá y la cama, etc.
- Terapias como la acupuntura y la fisioterapia, que poco a poco se van instaurando en la clínica con muy buenos resultados.
¿Cuándo?
Desde que el animal muestra cambios en la movilidad y en su comportamiento habitual.
¿Por qué?
Porque controlando el dolor desde el principio conseguiremos una mejor calidad de vida y evitaremos el fenómeno de hipersensibilización central, que ocurre al no tratar el dolor crónico; el animal sentirá mucho dolor ante estímulos poco o nada dolorosos y, además, no responderá con éxito al tratamiento.
Conclusión: ciertos cambios en el comportamiento, la movilidad y los hábitos forman parte del envejecimiento pero también pueden ser indicativos de artrosis (enfermedad degenerativa articular), por lo que debemos acudir al veterinario para que nos ayuden a establecer un diagnóstico y un tratamiento adecuado. De esta manera, nuestro pequeño gran amigo podrá seguir disfrutando de la vida y nosotros con él.
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