Una clínica dental, al igual que cualquier otro espacio en el que se entre en contacto con sangre u otros fluidos de los pacientes, es un espacio que debe seguir un protocolo de limpieza realmente rígido para impedir situaciones como la infección cruzada o la proliferación de patógenos. En muchos casos, esta tarea recae sobre el auxiliar de clínica dental, por lo que aquí queremos darte algunos consejos al respecto.
Tipos de material y riesgos de los mismos
En el gabinete de trabajo de la consulta de un dentista distinguiremos siempre el material por su potencialidad de contener patógenos de riesgo que procedan de los mismos pacientes o que, simplemente, hayan aparecido por el trabajo que se realiza en este espacio.
Así, el grupo más bajo de riesgo, el que llamaremos material no crítico, está compuesto por elementos pasivos como el sillón dental, la lámpara de luz o el equipo de rayos X. Es complicado que alguno de estos elementos llegue a contaminarse, aunque esto puede suceder por el contacto con las manos de los dentistas o por cualquier otro descuido.
De ahí tenemos que pasar al material semicrítico. Este es el que puede entrar en contacto con la saliva de los pacientes, como los espejos o las espátulas, pero que no tienen que tocar mucosas de ningún tipo. Pueden contener virus o bacterias, por lo que su proceso de esterilización sí que es obligado en este sentido.
El material crítico es el que tiene un grado alto de infecciosidad. Todos los instrumentos quirúrgicos o punzantes se engloban aquí siendo aquellos que deben ser procesados con una mayor atención para eliminar todos los rastros de patógenos que existan.
El proceso de limpieza del material dental
Con lo que hemos dicho anteriormente debe quedar claro que limpiar y desinfectar el material quirúrgico con el mayor esmero posible es una de las tareas de más responsabilidad para el auxiliar de clínica dental.
Si nos referimos al material que antes señalamos, el proceso debe comenzar con un prelavado de todos los elementos en una cubeta que contenga un detergente enzimático de alto poder. Posteriormente habrá que pasar los materiales a una cubeta de ultrasonidos que esté a una temperatura de 45 grados para completar esta parte del proceso.
No hay que olvidar que el material debe embolsarse con la fecha exacta de su esterilización hasta que vuelva a ser usado, algo que permitirá controlar exactamente los niveles de limpieza y desinfección llevados a cabo.
No hay que olvidar tampoco que los elementos más fijos, como el sillón o la máquina de rayos X también se deben esterilizar de forma regular, aunque su exposición a los patógenos de los pacientes sean menores, ya que también pueden recibir contaminación.
En definitiva, los procesos de limpieza y desinfección en una clínica dental deben ser llevados a cabo con la máxima seguridad y atendiendo siempre a la peligrosidad que arrojen los distintos elementos del gabinete, todo para que no exista nunca el riesgo de crear infecciones cruzadas de ninguna clase.
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