Un 30% de los españoles no hace bien la digestión y un 20% tiene problemas para acudir con regularidad al baño. Estas cifras demuestran el impacto de los trastornos digestivos en nuestro día a día y, aunque los abordajes pueden ser múltiples, uno de los tratamientos que en los últimos años está demostrando su efectividad es la osteopatía.
Muchas dolencias digestivas, como pueden ser la gastritis, las hernias de hiato o los gases, se deben a una mala alimentación, los hábitos sedentarios y el estrés, y aunque la fruta, la dieta mediterránea y el ejercicio físico pueden ser de gran ayuda, en ocasiones no es suficiente.
Por ejemplo, en el caso de los recién nacidos que padecen cólicos de lactante y estreñimiento, la osteopatía consigue disminuir considerablemente los dolores, de manera que los bebés empiezan a dormir mejor y a ser más regulares en sus digestiones, con resultados apreciables desde las primeras sesiones. Si estas disfunciones no son tratadas de forma correcta en los primeros años, de mayores probablemente tendrán malas digestiones, acidez y otros problemas.
La osteopatía es una terapia que utiliza las manos para corregir pequeñas disfunciones que el cuerpo padece. Entendiendo el cuerpo como una unidad, el tratamiento osteopático puede tratar con éxito aproximadamente un 90% de los problemas digestivos, aunque siempre se debe combinar con una buena alimentación.
A través de la palpación, el osteópata comprueba la movilidad orgánica para ver si los órganos se mueven bien, ya que de no ser así, se produce una fijación que provoca que el cuerpo deje de funcionar de manera armónica y, por tanto, se produzca una mala digestión. Mediante maniobras suaves, el especialista devuelve la movilidad y altera la capacidad de cada órgano para funcionar de forma óptima, mejorando la calidad de vida de la persona.
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