Una estructura vestigial es una estructura anatómica que a lo largo de la evolución ha perdido su función. Muchas estructuras consideradas vestigiales han dejado de serlo ya que en la actualidad se ha descubierto que tienen nuevas funciones. Así que los osteópatas nos planteamos que tal vez se trate de un error de concepto llamar así a estas estructuras dado que ‘vestigial’ y ‘no útil’ son cosas distintas, y hoy en día sabemos que un órgano vestigial puede haber retenido alguna de sus funciones originales o haber desarrollado funciones nuevas (entonces no sería vestigial, al ser útil, y deberíamos cambiarle el nombre).
En los manuales actuales de cualquier curso de osteopatía existe una larga lista de estructuras vestigiales, sin embargo, a medida que avanzan las investigaciones sobre el tema, muchas de ellas han dejado de serlo. Veamos algunos ejemplos.
El timo durante muchos años se consideró una glándula vestigial. Luego se aceptó el hecho de que solo tenía función inmunológica durante la infancia y que se atrofiaba al llegar a la pubertad. Hoy se sabe que sigue activo a lo largo de toda la vida y que es un órgano primordial del sistema inmunológico, donde maduran y se especializan las diferentes familias de linfocitos T. Actualmente, se está estudiando su interacción con las emociones y las fluctuaciones de su tamaño en diversas enfermedades como la depresión, la ansiedad, etc.
La glándula pineal o epífisis se consideraba un resto vestigial de una glándula anterior mucho más grande. En 1960 se conoció su papel fundamental en la secreción de la melatonina (responsable del sueño), dietiltriptamina (sueños visuales) y otras hormonas que todavía no han sido estudiadas pero que están relacionadas con las fases de luz-oscuridad. Está considerada en la actualidad como un reloj biológico y conocida en el mundo espiritual como el tercer ojo.
El apéndice hoy en día sigue siendo calificado como un órgano vestigial. Sin embargo, existen fuertes controversias al respecto. El apéndice era un órgano cuya función principal consistía en la digestión de la celulosa que era esencial en la dieta de los antiguos homínidos. A medida que la dieta fue variando a lo largo de la evolución, este órgano fue empequeñeciéndose hasta quedarse en su tamaño actual. Sin embargo, numerosos científicos consideran que podría considerarse como un criadero o vivero de bacterias de la flora intestinal que no son arrastradas en la digestión y que podrían recolonizar el intestino en situaciones en las que la flora se pierde (antibióticos, infecciones intestinales…).
El coxis es un vestigio de la cola que los embriones humanos poseen hasta comienzos de la 8ª semana. Con el logro de la bipedación y la vida en tierra firme, la cola fue cada vez más innecesaria y ha ido desapareciendo con el tiempo. Ya no necesitamos el equilibrio extra que nos aportaba para desplazarnos de árbol en árbol. Es sitio de inserción de algunos músculos, aunque tampoco desempeña un papel muy importante.
El músculo plantar fue útil para otros primates, que lo usaban para agarrar objetos con los pies. Ya ha desaparecido en el 9% de la población humana.
El músculo erector del pelo se encuentra unido a los folículos pilosos y se encarga de producir la “piel de gallina”. Esta función era realmente útil cuando poseíamos mucho pelo ya que nos permitía crear una bolsa de aire caliente entre nuestro cuerpo y el exterior. Ahora hemos perdido esa cantidad de pelo y la necesidad de calentar el cuerpo al usar ropa, pero no hemos perdido dichos músculos.
Otras estructuras y reflejos vestigiales que conocerás con tu formación como osteópata son: el pezón de los varones, las muelas del juicio, órgano de Jacobson (en la nariz, encargado de la detección de feromonas), los músculos de las orejas (los tenemos, pero atrofiados), el tubérculo de Darwin (en el pabellón de la oreja, correspondería a la punta de la oreja), etc. Algunos de ellos tal vez no sean vestigiales y lo descubramos en el futuro.