Una de las mayores preocupaciones de los alumnos y alumnas que se presentan a las pruebas de acceso a Grado Superior y a la Universidad para mayores de 25 en Catalunya es la superación de la prueba de catalán. Para las personas que no han vivido siempre en esta comunidad, el problema es de falta de dominio del idioma pero, incluso para muchos de los que han nacido allí, a veces también representa un “escollo” a superar. Esto es, básicamente, debido a la mayor dificultad ortográfica del catalán respecto del castellano: más tipos de acentos, más casos de diéresis, inclusión de apótrofes y guiones en la escritura de artículos y pronombres, etc. Tanto es así que, en pruebas como la de Comentario de Texto, que se pueden hacer indistintamente en los dos idiomas, muchos alumnos se decantan por el castellano a pesar de ser catalonoparlantes, porque, de alguna manera, se sienten más seguros del resultado que van a obtener.
Otro de los problemas con que se enfrentan las personas bilingües _ la absoluta mayoría de las que viven en Catalunya desde hace años o han nacido allí _ es el de las interferencias lingüísticas: esto es, la de los “préstamos” y mezclas que se hacen, por costumbre, entre los dos idiomas. Se dice comúnmente “rachola” para referirse a una baldosa, porque en catalán es “rajola”. O se pone el artículo determinado “el” o “la” delante de un nombre propio _ “la Carmen me dijo que vendría” _, aunque esto es un vulgarismo en castellano. En el mismo sentido, y aunque hace años era considerada un barbarismo, se ha acabado aceptando el uso de la palabra “barco” como correcto en catalán, a pesar de que, originariamente, la única forma aceptada sería “vaixell”.
Como veis, no son los no catalanoparlantes los únicos que pueden tener problemas con el dominio del idioma de cara a la realización de los exámenes oficiales. Sin embargo, lo que muchas personas desconocen es que gran parte de la prueba es un análisis morfológico y sintáctico y que, en este sentido, los dos idiomas sólo se diferencian en algunas cuestiones puntuales. ¿Qué quiere decir esto? Pues, básicamente, que al menos dos tercios de los temarios de las dos asignaturas son prácticamente iguales. Esto es una verdadera ventaja, porque supone que, en realidad, el esfuerzo que hay que poner en la preparación de la prueba de Catalán se reduce a la cuestión de la ortografía. Todo el resto: comprensión lectora, análisis sintáctico, categorías gramaticales, registros, tiene casi el mismo contenido. Y creedme, esto es algo que se agradece, sobre todo cuando queda un mes para el examen y los nervios empiezan a interferir con nuestro trabajo.
Si unimos esto al hecho de que aprender nuevos idiomas _ y cualquier otro tipo de conocimiento _ nos enriquece como personas y, lo que es más importante, desarrolla nuestra capacidad cerebral para aprender muchas cosas más, tendremos que coincidir en que la mejor opción es no dejarse asustar por esas “interferencias”, que al principio pueden amedrentarnos bastante, y decidirnos no sólo a aprender o a conseguir superar con éxito los exámenes, sino a disfrutar de todas las posibilidades sociales, laborales y personales que el buen uso del catalán nos puede proporcionar si vivimos en esta comunidad autónoma.