Si un niño llora es porque le pasa algo. ¿Cuántas veces hemos oído decir “por qué lloras si no te pasa nada”? Ningún niño, en ningún rincón del mundo llora por nada. Otra cosa es que los adultos pensemos que su motivo no es suficiente para derramar “cuatro lágrimas”.
Todos, absolutamente todos, hemos tenido infancia. Hasta el más alto cargo ejecutivo de no sé qué empresa ha sido un crío con pañales. ¿Por qué si todos hemos pasado por ello nos cuesta tanto empatizar?
La infancia es la base de quienes somos y solo por eso debemos brindarle los cuidados que se merece. Ningún niño, por ningún motivo, debería ser ignorado cuando llora. Evidentemente que es la vía más recurrida de reclamo de estos seres chiquititos, entre otras cosas, porque no saben hacerlo de otra manera. Y aún cuando aprenden, sigue siendo un recurso frecuente. Y esto, a los adultos, nos crea ese desespero tan común de “¿ya está llorando otra vez?”
Siempre me aseguro de que mis alumnos finalicen el curso de Técnico superior en educación infantil teniendo bien integrado el concepto de que un niño no llora porque sí. Llora porque le pasa algo y no puedes juzgar si ese hecho es digno de llorarse o no, porque no eres tú el que lleva esos zapatitos. Así que
Ningún niño llora para manipularnos, ni porque es caprichoso, ni un mimado, ni nada por el estilo. Son niños, simplemente niños. Están aprendiendo cómo funciona el mundo. Son nuevos en esto de vivir y vienen cargados de ilusiones y nosotros, los adultos, muchas veces se las rompemos con nuestras prisas.
Ser chiquitito en un mundo lleno de gigantes no es fácil de llevar. Deberíamos aprender más de ellos, que pese a todas las lágrimas que derraman, intentan siempre lucir la mejor de sus sonrisas.