Ante la llegada de la Navidad, muchas familias se plantean la posibilidad de pedir un perrito a los Reyes Magos. Os invitamos a la reflexión de los supone ampliar la familia. Es evidente que cada uno de nosotros es diferente: tenemos vidas y prioridades que cambian continuamente momentos, motivaciones y decisiones que tomar en consecuencia. Aunque nuestra motivación sea fuerte, debemos ser lo más sinceros posible con nosotros mismos y hacernos unas preguntas que condicionarán nuestra decisión de adopción. Entre ellas podríamos incluir, por ejemplo: ¿Por qué quiero un perro?, ¿Tendré tiempo para él?, ¿Qué tipo de perro quiero?, ¿Puedo tenerlo en mi casa?, ¿Puedo afrontar los gastos que supone mantenerlo?, ¿Qué haré con él en las vacaciones?, ¿Estoy dispuesto a hacer algunos sacrificios y a cuidarlo toda su vida?, ¿Es un momento oportuno para pensar en tener un perro?
Con estas preguntas podremos prevenir futuros problemas y también tomar conciencia de nuestra vida y si realmente estamos preparados para afrontar los cambios que habrá en ella. La respuesta a estas preguntas podrá abrirnos los ojos y, aunque nuestro deseo sea fuerte, hacernos desistir o dejar la decisión para otro momento. Quizás si los dueños que abandonan a sus perros se hubieran hecho algunas de estas preguntas antes de adquirirlos, no tendríamos los aterradores datos de abandono que se registran cada año en este país. Desde ISED, formamos a todos nuestros alumnos de los cursos de Veterinaria y, sobre todo, a los del curso de Auxiliar de Clínica Veterinaria, en la importante labor pedagógica de nuestra vocación hacia la concienciación y tenencia responsable de animales.
Antes de tomar la decisión de que otro ser vivo comparta nuestro hogar, son muchas las cosas que tenemos que poner en los platos de la balanza. Una de estas es la adopción. Después de muchos años, también en nuestro país está aumentando la conciencia hacia la adopción de perros provenientes de centros de acogida. Cada vez más se difunde y comprende la idea de que los perros que han sufrido abandonos o malos tratos merecen otra oportunidad de tener una vida digna y son capaces de ofrecer el mismo cariño y las mismas satisfacciones, o incluso más, de un perro de raza. Desgraciadamente los datos de adopción siguen estando muy por debajo de las medias del resto de Europa.
Por qué adoptar
Frente a otras opciones como la compra en una tienda o de particulares, la adopción tiene unas características que la hace ventajosa y única. Podemos sin duda afirmar que es un acto social que contribuye a aliviar un problema de salud pública, los datos de abandono y sacrificio de perros en centros públicos y de seguridad vial. Para no hablar de la oportunidad que se deja a otro perro de ocupar el sitio vacío del adoptado. Además, nos enorgullece, nos llena de sentimientos positivos y nos introduce al conocimiento de otra realidad.
También la adopción supone unas ventajas para el futuro propietario. Los perros provenientes de un centro de adopción son controlados por personal sanitario veterinario que garantiza su salud. Están correctamente vacunados, esterilizados e identificados con microchip y solamente los perros en buenas condiciones físicas y psicológicas son destinados a la adopción.
Otra ventaja consiste en la posibilidad de poder elegir el perro que más se adapta a nuestras exigencias por edad, raza y tamaño, y tener un asesoramiento en este sentido. Poder elegir un perro con el que hemos establecido una conexión es un buen comienzo para una vida juntos. Por último, pero no menos importante, podemos considerar que la adopción es más económica porque, como ya hemos dicho, los perros están controlados sanitariamente, esterilizados y con microchip. La mayoría de las residencias cobran una donación mínima por estos servicios, puesto que en la mayoría de los casos sobreviven con contribuciones voluntarias de los socios.
El día ha llegado
Una vez en el centro de adopción, encontraremos una persona que nos atenderá y nos ayudará en la elección. Entre muchísimos perros nos tocará elegir sólo uno que se transformará en nuestro compañero por mucho tiempo. Todo se complicará en caso de una familia en la cual cada uno desea un tipo de perro diferente. Por esta razón estaría bien delimitar un poco la elección antes: ¿un macho o una hembra?, ¿un cachorro o un perro adulto?, ¿grande o pequeño?, ¿de raza o mestizo? Aun así, la elección siempre tendrá un componente de incógnita: unos ojos que nos miran en un instante, una colita que se mueve, una lengua rosa que nos lame, un gesto de una pata o simplemente una imagen de soledad en un rincón. “Pobre, a este nadie lo cogerá, pero es tan simpático…”.
Al final el corazón también decide. Una vez decidido se pasa a las formalidades. En este caso cada centro es más o menos exigente, pero todos nos pedirán rellenar una documentación y un compromiso. Un veterinario se ocupará de la visita, poner el microchip de identificación y las vacunas. Nos informará y asesorará sobre los cuidados que necesita nuestro nuevo amigo, así como probables tratamientos que haya recibido, vacunaciones y desparasitaciones, todo anotado en su cartilla.
Artículo completo publicado en la revista Perros y Compañía