Todos los animales, domésticos o salvajes, presentan una serie de comportamientos que desarrollan y que son parte de un mosaico que llamamos etograma. El etograma normal de un animal se compone de comportamientos diferentes que dependen de su especie y que necesitan desarrollar para tener una vida normal y un buen bienestar animal.
Desgraciadamente, en cautividad no todos estos comportamientos pueden ser desarrollados satisfactoriamente si consideramos sus condiciones ambientales: espacios reducidos, confinamiento y, en general, bastantes carencias respecto a todo lo que les proporciona el ambiente natural.
Si esto es un problema reconocido para los animales salvajes, es menos conocido para los animales domésticos. Pensamos que los siglos de domesticación han hecho olvidar a nuestras pequeñas fieras domésticas la sensación de correr en espacios abiertos, cazar presas, percibir olores desconocidos al humano, recorrer largas distancias empujados solo por el instinto o percepciones que nosotros ni imaginamos ni conocemos.
En realidad, nuestras mascotas aún tienen vivos en su ADN estos instintos, tanto que si no pueden desarrollar algunos comportamientos ancestrales, pueden padecer problemas serios de comportamiento que a menudo desembocan en verdaderos problemas físicos.
Indicadores de Bienestar Animal
Para un ojo experto es posible, aunque no siempre es fácil, reconocer signos de que un animal goza de un buen estado físico y emocional. Sin embargo, los propietarios de mascotas no siempre pueden darse cuenta de que su animal padece algún tipo de trastorno, al menos hasta que ya es grave y ha desembocado en un problema médico o etológico. Por esta razón es muy importante que, antes de adquirir una mascota, los propietarios se informen no solo acerca de su mantenimiento básico, sino también del cuidado general que el animal necesita, incluso en la esfera emocional.
Hoy en día se sabe que uno de los síntomas más frecuentes y temprano de la falta de bienestar animal es la aparición de estrés.
La ciencia ha desarrollado unas técnicas que permiten utilizar indicadores fisiológicos para medir el estrés. Esto demuestra que un malestar psicológico es capaz de afectar también al correcto funcionamiento del organismo.
Sin embargo, los animales nos pueden enviar mensajes de ayuda con su comportamiento y debemos ser capaces de interpretarlos si realmente queremos que puedan disfrutar de una vida feliz.
Algunos conocimientos pueden ayudarnos a entender si un animal está a gusto con su ambiente.
Primero de todo, debemos saber reconocer el lenguaje corporal del animal: temblar, tener las orejas bajadas y la cola entre las piernas, mostrar los dientes, gruñir y erizar el pelo, son signos que nos dicen que el animal está reaccionando frente a algo. En muchos casos, la misma agresividad puede derivar del miedo o de un estrés sufrido durante demasiado tiempo.
Para muchos propietarios el hecho que un perro gruña no quiere decir nada mientras sea una forma por la cual el animal nos trata de comunicar que algo le molesta, y en esta fase aún podemos actuar antes que se desencadene la agresividad.
Una señal importante que algo va mal puede ser la aparición de comportamientos nuevos que el animal nunca había manifestado antes o al contrario, también la desaparición de algunos comportamientos normales. Un ejemplo en el gato puede ser el ronroneo. Si nos damos cuenta que desaparece mientras antes era presente puede demostrar un cambio en el animal y en su bienestar.
La aparición de manifestaciones orgánicas puede ser provocada por problemas de bienestar en muchos casos autolesiones y mutilaciones, muy frecuentes en los gatos. En estos casos podemos apreciar lamidos excesivos, zonas alopécicas sobre todo a nivel de la cola y del abdomen.
Puede ser frecuente la aparición de estereotipias, comportamientos repetitivos y compulsivos que los animales aprenden a poner en marcha para reducir el estrés, sobre todo crónico. Es el caso de muchos animales enjaulados, pero también de muchos perros que sufren por no poder resolver conflictos que se establecen con los dueños o a causa de un ambiente pobre en estímulos.
La importancia de la estimulación ambiental: enriquecimiento
La relación con el ambiente es fundamental para el bienestar de cualquier ser vivo. Observando los peces en un acuario, sabemos que el medio en el cual están inmersos es importante para su supervivencia y debe ser controlado para que ellos puedan desarrollar un correcto intercambio. Si el agua no posee determinadas características de temperatura y concentración de determinados elementos, los peces mueren. De la misma forma los animales se relacionan con el ambiente a través de una osmosis continua de sensaciones e intercambios que, en caso de no ser correctos, pueden perjudicarlos.
El enriquecimiento ambiental consiste en modificar el ambiente, también a nivel doméstico, para que los animales puedan desarrollar unos comportamientos normales. En términos más prácticos, podemos poner en nuestras casas una serie de herramientas y medidas para que el animal pueda estar entretenido, jugar, cazar, hacer movimiento y encontrar sitios para estar tranquilo y esconderse si lo desea.
Teniendo presente su vida en la naturaleza, podemos improvisar juguetes, medios de estimulación física y mental, ambientes estimulantes y, sobre todo, nuestra compañía que les proporcionará estimulación social a todos los niveles.
A muchas personas les parece muy complicado y no creen que con introducir simplemente un juguete, una estantería o modificar el espacio el efecto pueda ser tan visible. Tampoco se trata de gastar mucho dinero: los animales no piensan en las marcas o en las modas, solo necesitan expresar sus instintos. Algunos ejemplos muy sencillos pueden ser los juguetes kong que ayudan a los perros a mantenerse entretenidos en ausencia de los propietarios y estimulan su independencia.
Una simple caja o un envase llenado con semillas pueden estimular la curiosidad de un animal. En cuanto a los gatos será importante proporcionarles espacios tridimensionales, permitiéndole subir a los muebles o creando recurridos elevados.
Estimular física y psíquicamente a un animal significa también ayudarlo a aprender a solucionar problemas y a resolver conflictos, en definitiva, a tolerar mejor el estrés y la frustración, otorgándole las herramientas básicas para adaptarse al ambiente y a sus cambios.
Un animal bien entrenado y estimulado también será un animal más sano y aumentará su calidad de vida y longevidad.
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