La mayoría de alumnos que quieren sacarse el graduado escolar en ISED perciben la asignatura de matemáticas como una de las más difíciles, si no, la más difícil, y ciertamente el aprendizaje de esta materia despierta muy poco entusiasmo. Este hecho resulta curioso si prestamos atención a uno de los significados de la palabra matemática: “ciencia, lo que se aprende”.
Al enfrentarse a un problema matemático la mayor parte de los estudiantes experimentan una combinación de emociones negativas (miedo, inseguridad, impotencia, etc.). El primer paso que nos debe conducir hacia los buenos resultados consiste, precisamente, en vencer estas emociones.
Podemos entender el aprendizaje de las matemáticas como un delicioso plato que requiere un largo tiempo de elaboración y de cocción, con un aliño fundamental de alta concentración. Paralelamente, para disfrutar de este manjar, también necesitamos mantener fresca la materia prima consolidada en las unidades anteriores.
Aunque en muchas ocasiones lo pasamos por alto, en la elaboración de este plato de la alta cocina es primordial que el chef -el profesor- y sus ayudantes -los alumnos- mantengan una actitud positiva frente a cualquier situación matemática. Y esta es, precisamente una de las especialidades de nuestra cocina del aprendizaje.
En ISED te ofrecemos la oportunidad de aprender matemáticas de una forma distinta, sin complejos ni tabúes, manteniendo desde el primer momento una actitud positiva para vencer a las emociones negativas que esta materia te pueda haber provocado hasta el momento.
Y hoy, para empezar, elaboraremos un entrante al que llamaremos “cómo resolver un problema de sistemas de ecuaciones”. ¡Buen provecho!
2 respuestas
En primer lugar, mi mas sincera enhorabuena al autor del articulo.
Como docente de esta asignatura, me encuentro obligado a lidiar continuamente con esas sensaciones negativas que se mencionan por parte de los alumnos.
Sin embargo, creo que el origen de ese punto de vista hacia las matemáticas esta muy claro.
Yo no trato con alumnos menores de edad. Solamente doy clase a adultos, es decir, gente que lleva sus años en las aulas y que , por tanto, ya han pasado por las manos de muchos docentes. Así pues, hay una frase que se repite muy a menudo después de llenar un par de pizarras. Esta frase es: “Nunca me lo habían explicado así”.
Recuerdan aquella película en la que el protagonista decía, con acento asiático “No existen malos alumnos, solo malos profesores. Maestro dice, alumno hace” ?
La frase es un poco extremista, pero yo en gran parte comparto la opinión.
He visto a cantidad de compañeros de la universidad conseguir una plaza fija en colegios o institutos públicos. Todos han empezado con muchas ganas, pero el hecho de que sus esfuerzos con los jóvenes no les lleven a ninguna compensación, ni unas palabras de agradecimiento, ni ascensos, ni primas, ni nada de nada, a parte de algún problema con los padres por querer involucrarse mas de lo normal, les ha llevado perder la vocación.
El puesto de funcionario es así. Tiene grandes ventajas como el sueldo y la seguridad, pero se paga con una vida laboral sin retos ni motivaciones.
De ese modo, un profesor dejado llena la pizarra de ecuaciones, la borra, la vuelve a llenar, y así sucesivamente. El alumno se distrae y no escucha, pues es un adolescente y esta es su naturaleza, no lo puede evitar.
Cuando el joven llega a casa y se pone a leer los apuntes fotocopiados del compañero no ve mas allá de un montón de símbolos que parecen escritos en alguna antigua lengua muerta y que son imposibles de descifrar.
Esto no significa que las mates sean mas difíciles que otra asignatura. Hoy en día es indiscutible que todas las materias tienen su dificultad añadida. Pero al menos, en otras asignaturas los jóvenes leen palabras y frases cuyo significado pueden entender. Esto hace que el “mazazo” emocional sea menos duro.
Por tanto, creo que somos nosotros los que deberíamos reflexionar y pensar que, cualquier cosa que se le dice a un joven puede tener efectos a muy largo plazo.
Una vez mas, gracias al autor y al grupo ISED por dedicar un articulo a una disciplina tan bonita como lo son las matemáticas.
Hola Raul,
En primer lugar quería darte las gracias por tu comentario sobre el artículo. Sin duda son estas reflexiones las que contribuyen a enriquecer el trabajo colaborativo entre docentes y nos motivan a mejorar día a día en nuestra tarea profesional. Resulta muy positivo el hecho de recordarnos los unos a los otros que no estamos solos en la lucha por un aprendizaje que, además de recoger los tradicionales objetivos, sea también emocionalmente sano para nuestros alumnos. De este modo nuestra cruzada deja de serlo tanto…
Siempre me ha gustado comparar nuestra vocación como una relación sentimental, en este caso entre uno mismo y su profesión. Es importante que revisemos su estado periódicamente, tengamos en cuenta sus necesidades y carencias, potenciemos y apuntalemos sus puntos fuertes,… Es como aquella bonita flor del jardín que debemos ir regando cada día. Si lo hacemos, conseguiremos que vaya creciendo y esto nos hará sentir bien, lo cual entre otras cosas nos dará energía para seguir haciéndolo.
Este cambio, como cualquier cambio emocional, debemos hacerlo de dentro hacia a fuera. Sería un error querer modificar todos los factores externos (el reflejo en los alumnos de la poca efectividad de nuestros esfuerzos, la falta de reconocimiento, la ausencia de ascensos, primas, etc.). Soy de los que cree que la clave está en positivizar nuestra actitud frente a los factores externos. Mantener una actitud positiva frente a las dificultades que surgen en el día a día del aula nos marcará el camino hacia el éxito. Por ejemplo, creo que es bueno que nos recordemos regularmente que trabajamos con grupos heterogéneos de personas, con ritmos de aprendizaje muy diversos. En este sentido será muy favorable adaptar los objetivos y los contenidos a cada miembro del grupo. No enseñamos a un grupo de personas sino a cada uno de los miembros que lo forman. De este modo la suma de pequeños éxitos nos permitirá obtener un éxito mayor y a la vez conseguiremos mitigar la sensación de fracaso global. En este caso son los árboles los que nos permitirán ver el bosque…
Finalmente, me gustaría resaltar la idea que apuntas al final de tu comentario. Es fundamental incorporar la reflexión como ingrediente imprescindible de nuestra tarea docente. No hemos de olvidar nunca que trabajamos con material muy sensible y por ello precisamente debemos calibrar al máximo nuestra sensibilidad a la hora de trasmitir los conocimientos que contribuyen en el proceso de aprendizaje. Se trata simplemente de hacer un ejercicio de responsabilidad…
Gracias de nuevo por tu aportación. Ha sido un placer compartir impresiones contigo.
Un abrazo.