Es muy molesto cuando nuestro gato desarrolla su conducta de rascar en sitios de la casa que no debe. Destroza cosas de valor y no podemos evitarlo, por eso la Coordinadora de los cursos online del Área de Veterinaria, Vera Vicinanza, nos explica en el siguiente artículo algunos trucos para intentar modificar este comportamiento.
Quinto consejo: ¿Qué hago si rasca donde no debe?
La conducta del gato de rascar es una conducta normal. Es un tipo de marcaje visual, por la presencia de los arañazos, y olfativo, por la deposición de feromonas producidas por las glándulas interdigitales del gato. Como se trata de una expresión natural del comportamiento del gato es necesario que pueda desarrollar esta acción, aunque en casa puede ser molesto para los propietarios.
Siempre debemos reservar un sitio para que el gato pueda rascar: en comercio existen rascadores especiales para gatos que llevan olores especiales para que el gato rasque en ellos. Pero, si el gato ya se ha acostumbrado a otro substrato, por ejemplo el sofá, podemos conseguir que deje de hacerlo con un poco de paciencia y constancia. Algunos propietarios consiguen resultados rascando ellos mismos la superficie que quieren que su gato rasque. Afirman que el gato imita esta acción y en un tiempo aprenda. Quizás este sistema funcione en algunos casos con gatos pequeños si cogemos su patita y rascamos ligeramente como si fuera un juego, pero en muchos casos puede tratarse de coincidencias y realmente este método de “imitación” no se ha contrastado científicamente.
Un método eficaz es mover el rascador a la zona en la cual el gato ya está rascando, por ejemplo el sofá. Podemos hacer que el sofá sea menos “deseable” cubriéndolo con un sustrato que no guste al gato, por ejemplo un plástico que haga mucho ruido. Si encima el rascador está rociado con un líquido que contenga catnip, una hierba que les gusta mucho, quizás conseguiremos que el gato prefiera rascar donde debe. Es importante que el rascador se ponga en una zona tranquila que el gato perciba como suya, cerca de su cama, por ejemplo.
El secreto está en probar y probar. Nunca mejor dicho: cada gato es un mundo y le puede gustar una superficie más dura o más blanda, de tejido o madera, horizontal o vertical. Conocer bien a nuestro gato significa también aprender a aceptar sus pequeñas “manías”. En este sentido la raza puede influir. Si se trata de un gato grande y fuerte, quizás debamos proporcionarle un rascador bien anclado o de madera. No hace falta comprar uno de los rascadores aparatosos en comercio: podemos confeccionar uno en casa, cuidando de todos modos que el rascador no se rompa en astillas, en el caso de madera, o mimbre, y que esté bien sujeto a la pared o de forma que no se mueva cuando el gato rasca.