Los animales también sufren estrés. Saber cuáles son las causas, identificar los síntomas y ponerles remedio a tiempo es fundamental para garantizar su bienestar físico y emocional. El estrés animal representa un mecanismo de defensa del organismo frente a situaciones que requieren adaptabilidad del mismo.
El estrés es uno de los grandes males de nuestra era y de igual forma que afectan a los humanos también están presentes en la vida de las mascotas, por lo que es importante facilitarles herramientas que les ayuden a conseguir la calma.
Casi todos los propietarios de mascotas pueden identificar una serie de expresiones corporales y signos en la conducta que indican que el animal está sufriendo un episodio de estrés o ansiedad: posturas, temblores y/o agresividad.
Hay que estar atento para saber que el animal está viviendo un episodio de estrés y la mejor opción siempre es consultar al veterinario.
¿Qué es el estrés?
El estrés es una respuesta fisiológica que se desencadena en el organismo cuando el cerebro interpreta algo como peligroso o amenazante. El estrés que sienten las mascotas es, en cierta manera, parecido al de las personas. Incluso puede estar provocado por las mismas causas.
A este propósito se habla de eustrés si las consecuencias del estrés son positivas y de distrés si son negativas. Por ejemplo si un animal consigue escapar de un depredador, se podrá hablar de eustrés, mientras si se queda paralizado por el miedo el estrés habrá tenido un efecto negativo y se hablaría de distrés.
Los perros y gatos son un buen ejemplo de animales que se estresan, ya que no solamente se estresan por cosas que les ocurren a ellos, sino que también se contagian cuando su compañero humano sufre estrés.
¿Qué le causa estrés a un animal?
El estrés surge cuando las demandas ambientales exceden la capacidad de adaptación del organismo, sobre todo cuando el animal percibe una determinada situación como impredecible y poco controlable.
Este padecimiento también produce efectos negativos sobre el rendimiento de los animales: cambios en la función inmunológica, mayor susceptibilidad a infecciones, disminución de la ingesta de alimento y de la rumia, inhibición de la secreción de oxitocina, reducción de la fertilidad y otras situaciones como:
- Desplazamientos o viajes.
- Mudanzas.
- Fiestas.
- Visitas.
- Llegada de nuevos familiares al hogar (bebés, abuelos…) o de nuevas mascotas.
- Cambios bruscos en la rutina familiar.
- Obras.
- Ruidos (tormentas, etc).
De qué formas los animales manifiestan su estrés (huida, destrucción, vómitos, caspa, agresividad, etc.)
Lamentablemente, muchos aún no se han dado cuenta de lo que “sienten” sus animales y no los tratan, lo cual provoca; sufrimiento, dolor y estrés y lo manifiestan de la siguiente manera:
- Babean más de lo habitual.
- Jadean más de lo habitual.
- Enseñan los dientes.
- Tiemblan
- Esconden la cola.
- Muestran comportamientos repetitivos.
- Se mordisquean.
- Emiten más sonidos de lo habitual.
- Muestra un comportamiento defensivo.
- Huyen o se esconden.
- Se quedan inmóviles.
- Juegan menos de lo habitual.
- Se lamen más de lo habitual.
El estrés produce efectos negativos sobre el rendimiento de los animales: cambios en la función inmunológica, mayor susceptibilidad a infecciones, disminución de la ingesta de alimento y de la rumia, inhibición de la secreción de oxitocina, reducción de la fertilidad.
¿Cómo podemos reducir el estrés de nuestros animales domésticos?
Al igual que en los humanos el estrés es la forma en que el cerebro y el cuerpo reacciona frente a ciertas situaciones, generando tensión emocional y física, tornándose un problema más complejo si este estrés se vuelve crónico, ya que deriva en ansiedad. De ahí que sea tan importante estar atentos a las señales que presentan nuestras mascotas, pero también a las acciones que como propietarios se está haciendo para generar en ellos el estrés.
Como estos trastornos o cambios conductuales generan una problemática en los lazos y relación de las mascotas con sus tutores, es importante considerar algunos de los consejos:
- Lo primero es no castigar a los animales por sus cambios conductuales. Dentro de las alternativas es ideal generar rutinas con ellos. Es decir, así como tienen horarios para comer, también fijar horarios de paseos o de juegos.
- Es conveniente realizar también actividades que favorezcan la calma y que le sirvan para afrontar las distintas situaciones de la vida en la que necesitan estar tranquilos los animales: desde hacer cola para comprar algo, viajar en tren o acompañar a su propietario mientras éste se toma algo en un bar o terraza.
- Es importante premiarlos cuando responden a las pautas de comportamiento, para que entienda que está realizando una buena acción y ocuparse de que su alimentación sea la adecuada, y de tenerles sus lugares favoritos cómodos e higienizados.
- Estar atentos a las reacciones de las mascotas y consultar al médico respectivo, ya que podría tratarse de situaciones agudas o graves que incluso requieran de un tratamiento medicinal.
- Se debe generar un trato oportuno y amable a los animales, ayudando a evitar el estrés que se propicia sobre todo durante las consultas veterinarias y hospitalizaciones, donde comúnmente llegan mascotas con un alto nivel de ansiedad, miedo y dolor.
- Aumentar el tiempo de ejercicio diario de la mascota durante fechas específicas, y no cambiar sus rutinas de paseos y comidas. Proporcionarle aromas relajantes, como, por ejemplo, el aceite de lavanda. Se puede usar premios a base de valeriana y manzanilla recomendado únicamente por su médico veterinario.
- Acariciar durante 10 minutos al día al animal para mejorar el estado de ánimo y reducir los niveles de cortisol, proporcionando beneficios psicológicos para prevenir y hacer frente al estrés.
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