Los animales realizan muchas tareas para los humanos y los lazos afectivos que se forman entre ellos pueden llegar a ser muy fuertes. Estos estrechos lazos se asocian especialmente a perros y gatos, pero de hecho, todas las mascotas, desde los caballos hasta los hámsteres, los pájaros y los peces, pueden despertar fuertes sentimientos de apego. Por eso, muchas personas se sorprenden ante la profundidad de los sentimientos que experimentan ante la muerte de su mascota. La verdad es que una mascota querida es más que una compañía, es un miembro valioso de la familia y una parte de su vida diaria.
Durante los años que pasaron juntos (aunque no hayan sido muchos), tu mascota se ha consolidado como una constante en tu vida, y una parte significativa de la misma. Fue una fuente de compañerismo y de alegría, de amor incondicional y aceptación, y de felicidad. Que no te sorprenda entonces que te sientes devastado por la pérdida de esa relación. La gente que no entiende el vínculo entre la mascota y su dueño seguramente no comprenderá tu dolor.
Todo lo que importa, sin embargo, es cómo te sientes tú. No permitas que otros dicten tus sentimientos. Éstos son válidos y pueden ser muy dolorosos. Pero recuerda, no estás solo. Miles de dueños de mascotas han pasado por lo mismo. Su afecto incondicional, su hacer y sus enseñanzas hacen que se gane su espacio en nuestra familia y en nuestros corazones. Su compañía nos permite expresar emociones y aliviar el estrés.
Nuestra mascota nos enseña a:
• Aprender a cuidar de otros.
• Manifestar los afectos, desarrollar mejor la sensibilidad, la ternura y el cariño hacia un tercero.
• Educar (aprendemos a enseñar hábitos y normas a los demás y ponemos en práctica lo que nos han enseñado).
• Para que los niños adquieran responsabilidades, aprendan algo de biología, para divertirse con ellos, o para que sea un compañero especialmente en hijos únicos.
• Entender el ciclo de la vida (especialmente en el caso de los niños, pues aprenderán que todos nacemos y moriremos alguna vez).
La pena intensa por la pérdida de una mascota es normal y natural. No permitas que nadie te diga que es una tontería, una locura el sentirte triste.
¿Qué debo esperar sentir?
Distintas personas experimentan el duelo en formas diferentes. Además de la tristeza y del sentimiento de pérdida, es posible que experimentes algunas de las siguientes emociones:
La Culpa, puede ocurrir si te sientes responsable por la muerte de tu mascota. El síndrome de “si hubiese sido más cuidadoso” no tiene sentido y es un error, a menudo, cargar con la culpa del accidente o de la enfermedad que tomó la vida de tu mascota. Sólo hace que tu duelo sea más difícil de resolver.
La Negación, hace que sea difícil aceptar que tu mascota realmente se ha ido. Es difícil imaginar que tu mascota ya no te vaya a recibir cuando llegas a casa, o que no tengas que servirle sus comidas. Algunos dueños de mascotas llevan esto al extremo de sentir que su mascota continúa viva y sufriendo en algún lugar. Para otros es muy difícil hacerse con una nueva mascota por miedo a no ser leal a su mascota anterior.
El Enojo, puede estar dirigido a la enfermedad que mató a tu mascota, al conductor que circulaba con exceso de velocidad y la atropelló o al veterinario que falló en su labor y no salvó su vida. A veces es justificado pero, cuando se lleva al extremo, te distrae de la tarea importante, que es resolver tu duelo.
La Depresión, es una consecuencia natural del duelo, que puede dejarte sin fuerzas para enfrentar tus sentimientos. La depresión extrema te despoja de tu motivación y de tu energía, haciendo que te refugies en la tristeza.
¿Qué puedo hacer con mis sentimientos?
Lo más importante es que seas honesto sobre lo que sientes. No niegues tu pena, o tus sentimientos de enojo y de culpa. Sólo examinando y haciendo las paces con tus sentimientos podrás resolverlos.
Tienes el derecho de sentir dolor y tristeza. Alguien amado ha muerto, y te sientes solo y desconsolado. Tienes derecho también a sentirte enojado o culpable.
Reconoce cuáles son tus sentimientos, y luego pregúntate cuáles son las circunstancias que los justifican.
Ignorar la pena no hará que se vaya. Exprésala, llora, grita, golpea el piso, háblalo. Haz lo que más te ayude. No trates de evitar la pena no hablando sobre tu mascota; en su lugar, recuerda los buenos tiempos. Esto te ayudará a entender realmente lo que la pérdida de tu mascota significa para ti.
Algunos encuentran beneficioso el expresar sus sentimientos y memorias en forma de poemas, historias, o cartas a la mascota. Otras estrategias incluyen modificar tu rutina, de forma que el tiempo que habrías pasado con tu mascota quede ocupado por otras nuevas actividades; prepararle un homenaje, como por ejemplo un collage de fotos, o simplemente, hablar con otros sobre tu pérdida.
¿Debería salir de inmediato a comprar una mascota?
Perder una mascota puede ser muy traumático. La mayoría de personas necesitarán atravesar por un período de duelo antes de poder pensar en adquirir un nuevo animal. En los primeros días, muchos piensan que nunca podrán tener otra mascota, ya que no pueden soportar la idea de volver a padecer una pérdida semejante. Pero estos sentimientos desaparecen con el tiempo y, eventualmente, buscarán un reemplazo para su mascota. Sin embargo, antes de hacer esto, es importante aceptar la muerte de la mascota original y terminar todos los asuntos pendientes con ella. De otro modo, se pueden generar dificultades al intentar aceptar a una nueva mascota. Por esta razón, no es aconsejable que familiares o amigos, sin consentimiento previo, regalen un nuevo animal a otra persona que está sufriendo por una pérdida previa.
Para algunas personas, el dolor y la vida sin una mascota puede ser intolerable y necesitarán encontrar cuanto antes un reemplazo para su mascota muerta. Esta respuesta es perfectamente aceptable y de ninguna forma se les debe hacer sentir culpables por éste legítimo deseo; tampoco debe considerarse que se está traicionando la memoria de la mascota muerta con esta actitud. Si se decide reemplazar a la mascota muerta, se deben considerar las actuales circunstancias, pues éstas pueden haber cambiado desde que adquirió la primera mascota: es posible que ahora sea más apropiada otra raza o especie diferente. También se debe decidir si se es capaz de controlar el entrenamiento y el ejercicio requeridos por un animal joven, o si sería más adecuado adquirir uno adulto.
Cuando estés listo, elige un animal con quien puedas construir otra relación de amor duradero, ¡porque de eso se trata precisamente tener una mascota!
¿Con quién hablar?
Si tu familia o amigos aman a las mascotas, ellos entenderán por lo que estás pasando. No escondas tus sentimientos en un esfuerzo de parecer fuerte y tranquilo. Compartir tus sentimientos con otra persona es una de las mejores maneras de ponerlos en perspectiva, y de encontrar formas de manejarlos. Encuentra alguien con quien puedas hablar de cuánto significó para ti tu mascota, y de cuánto la extrañas, alguien con quien te sientas cómodo llorando o compartiendo tu pena. Si no tienes familiares o amigos que lo comprendan, o si necesitas más ayudas, pregunta a tu veterinario o acude a una sociedad protectora para que te recomienden un grupo de apoyo o un terapeuta. También puedes consultar a tu iglesia o preguntar en un hospital sobre terapias de apoyo para el duelo. Recuerda, tu pena es genuina y verdadera, y merece apoyo.
Las mascotas y los niños
Para muchos niños, su primera experiencia real de una pérdida ocurre cuando se les muere una mascota.Cuando se muere el animal, los niños necesitan que se les consuele, ame y respalde y que se les brinde afecto en vez de dárseles explicaciones médicas o científicas complicadas.
Las reacciones de los niños ante la muerte del animal van a depender de su edad y nivel de desarrollo. Los niños de 3 a 5 años de edad ven la muerte como algo temporero y potencialmente reversible. Entre las edades de 6 a 8 años, los niños comienzan a desarrollar un entendimiento más realista sobre la naturaleza y consecuencias de la muerte. Generalmente no es hasta los 9 años de edad que los niños entienden en su totalidad que la muerte es permanente y final. Por esta razón, a los niños muy jóvenes se les debe decir que cuando se muere un animal éste se deja de mover, ya no puede oír ni ver y no se va a volver a despertar. Puede que ellos necesiten el que se les repita varias veces esta explicación.
Hay muchas formas mediante las cuales los padres pueden decirle a sus niños que se ha muerto su animal. A veces ayuda el poner a los niños lo más cómodamente posible (usar una voz calmada, tomarles las manos y ponerles el brazo alrededor de ellos) y el decírselo en un ambiente familiar. Es también importante ser sincero cuando se le dice al niño que se ha muerto su animal. Tratar de proteger al niño con explicaciones vagas o inexactas puede crearle ansiedad, confusión y desconfianza.
Los niños a menudo tienen preguntas después de que se muere su animal, como por ejemplo: ¿Por qué se murió mi animal? ¿Fue culpa mía? ¿A dónde va el cuerpo de mi animal? ¿Volveré a ver a mi animal? Si yo lo deseo mucho y me porto muy bien, ¿puedo hacer que mi animal regrese? ¿La muerte dura para siempre? Es muy importante contestar tales preguntas de manera sencilla, pero sincera.
Los niños pueden experimentar tristeza, ira, temor, negación y culpabilidad cuando se muere su animal. También pueden ponerse celosos de los amigos que todavía tienen sus respectivos animales.
Cuando el animal se enferma o se está muriendo, saque el tiempo para hablar con su hijo acerca de sus sentimientos. Si es posible, es de gran ayuda el que el niño le diga adiós al animal antes de que éste muera. Los padres pueden servir de modelos al compartir sus sentimientos con los niños. Permita que su hijo se dé cuenta de que es normal extrañar a su animal después de la muerte y estimule a su niño para que le haga sus preguntas o para que busque consuelo y alivio.
No hay una manera preferible para que los niños lamenten a sus mascotas. Ellos necesitan que se les dé tiempo para recordar a sus animales. Hablar acerca del animal con amigos y familiares ayuda. El niño tiene que pasar el duelo a su modo.
Después de que el animal se muera, es lógico que los niños quieran enterrarlo, llevar a cabo un acto conmemorativo o tener una ceremonia. Otros niños quieren escribir poemas e historias o hacer dibujos de su animal. Para un niño no es siempre recomenble el reemplazar al animal muerto enseguida.
La muerte del animal puede ser la causa de que el niño recuerde otras pérdidas dolorosas, o eventos inquietantes.
por Jesús Gutiérrez
Profesor del curso Educador Canino de ISED
Página web: www.adiestradorcanino.com