Planta conocida tradicionalmente como Hierba de San Juan, sus flores son amarillas, generalmente con manchas en los pétalos.
Con un periodo de floración desde mayo a agosto, su momento de mayor potencial terapéutico dicen que es en la Noche de San Juan, ya que a esta se le atribuyen poderes mágicos y esotéricos. Pero volviendo a sus usos medicinales, diremos que de ella se emplean las sumidades floríferas, para la obtención de un óleum (oleum hyperici) con los principios activos. Este óleum se obtiene por maceración en aceite de oliva o sésamo de la máxima calidad, que se remueva cada día un par de veces. Tras someterlo finalmente a un colado, obtendremos un aceite de color rojizo intenso cuyas propiedades están muy valoradas en medicina y farmacia. Para la piel lo utilizaremos como cicatrizante, en la curación de quemaduras y llagas, e incluso como antiinflamatorio, como activador de la circulación, para la reabsorción de los hematomas, resultando ideal para las pieles mixtas.
Por otro lado es una planta utilizada en fitoterapia por su acción antidepresiva, gracias a la hipericina y a los flavonoides que posee, por esta razón, en algunos países se receta más que cualquier otro antidepresivo de síntesis.
Como precaución: debemos evitar tomar el sol después de su aplicación, ya que es fotosensible.
Resulta un aceite perfecto para quiromasaje, aplicándolo ante cualquier causa de dolor, ya sea en masaje terapéutico o deportivo.
Eva Aranda
Profesora del Área de Salud y Bienestar de ISED Zaragoza y Directora de Aranatura