¿Por qué nuestros mejores compañeros de camino, a pesar de estar mejor cuidados que los salvajes, desarrollan patologías que sólo se encuentran entre ellos? Al menos a mí me parece más que curioso y digno de dedicarle unas líneas.
Creo que hay varios factores que han dado lugar a esta circunstancia. Por una parte está una situación coyuntural de nuestra “sociedad desarrollada” y por otra está “nuestra ceguera permanente” a no querer ver aquello que no nos interesa.
En nuestra sociedad, las personas cada vez tenemos más cosas materiales por las que luchar pero, sin embargo, nos sentimos muchas veces solos, rodeados entre una marabunta de gente. Los animales en muchos casos se han convertido en sustitutivos del contacto persona-persona. Son una forma de volcar nuestro amor, nuestra compañía, nuestras caricias no exteriorizadas, nuestras charlas no verbalizadas… Su rol inicial se trastoca, se adapta a nuestras necesidades, a nuestros deseos, anhelos reprimidos y, con ello, llega la humanización.
Tenemos esa ansia de colonizar aquello que poseemos, incluso a nuestros mejores amigos, de por si fieles, leales, amorosos…