Hay zonas del cuerpo que sufren de una forma muy importante por estilos de vida concretos. Una de ellas es el menisco, una pequeña parte de las rodillas que puede provocar dolor y una enorme cantidad de problemas de salud. Pero solucionarlos es posible con la guía de un osteópata que trabaje especialmente en esta zona.
¿Qué son los meniscos?
Muchos se equivocan cuando piensan que los meniscos son huesos. No lo son, pero sí que forman parte del sistema óseo teniendo en él un papel fundamental.
Los meniscos se encuentran situados en la rodilla y tienen forma de pequeña luna. Tanto es así que su nombre se debe precisamente a una palabra griega que significa eso mismo.
El menisco es un cuerpo cartilaginoso que rellena el espacio entre los huesos de la rodilla para que estos no friccionen. No hace falta decir que cualquier problema aquí podría convertirse en una fuente de dolores tan intensos que terminarían con la rutina habitual de cualquier persona.
La misión del menisco, además de evitar que los huesos se rocen, es la absorber los impactos que la rodilla tiene al caminar o correr y el servir de tope para los movimientos exagerados de esta articulación.
De este modo, algo tan sumamente pequeño puede ser fuente de dolor y muchos otros problemas si se inflama, si pierde superficie e incluso si llega a romperse, problemas que no son nada infrecuentes en personas que hacen deportes especialmente.
Tres fases de tratamiento
En el tratamiento que un experto osteópata hará de las lesiones en los meniscos, se pueden distinguir hasta tres fases según el experto José M. Robles Robles. Estas son fases de la propia enfermedad, aunque de ellas es desde donde se debe partir para conseguir buenos resultados en el tratamiento.
La primera de las fases es la de inflamación, que es cuando comienzan los dolores y cuando aparecen esos problemas que van a llevar a una persona a ponerse en manos de un experto.
La segunda fase es la de reparación. En ella ya se debe comenzar con el tratamiento propiamente dicho, algo que detallaremos a continuación. Por último, hay una tercera fase de remodelación de esta zona de la rodilla y de las implicadas en su lesión, y es que la osteopatía no va a tratar solo una parte de la misma.
La intervención del osteópata
El trabajo de osteopatía parte de la base de la relación existente entre el sistema óseo y el muscular. Así, el profesional que quiera tratar los meniscos tendrá que hacer un trabajo sobre la propia articulación de la rodilla, pero también sobre esos músculos que están implicados en esta zona del cuerpo.
La intervención se lleva a cabo a través de masajes y de ejercicios que van a potenciar toda la zona. El resultado que se podrá ver en poco tiempo es una disminución de la inflamación de los meniscos y, por lo tanto, una reducción del dolor que viene motivada por la mejora integral de toda la articulación de la rodilla.
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