En la actualidad existen una gran variedad de tipos de masaje: circulatorio, anticelulítico, tonificante, relajante, descontracturante, etc. No obstante, a la hora de aplicarlos se diferencian en las maniobras, la intensidad, el ritmo, la presión, el tiempo de duración, el entorno que lo rodea y la música. Todos estos detalles condicionaran sus efectos, pero todos tiene algo en común, hagamos el masaje que hagamos, debemos respetar nuestro cuerpo, cuidarnos para evitar alteraciones que nos perjudiquen y nos impidan desarrollar nuestra profesión.
Según que tipo de masaje realicemos, nos exige un gran esfuerzo físico sino utilizamos bien nuestro cuerpo o sobrepasamos nuestros límites, esto puede hacer que nuestro masaje no sea eficaz al 100% y que nos podamos lesionar o agotar más de lo necesario y nos impida seguir trabajando el resto de la jornada con la precisión adecuada.
Uno de los masajes más exigentes suele ser el masaje profundo. Este término a veces se confunde, trabajar a nivel profundo, no significa que se tenga que trabajar con una fuerza agresiva, si realizas un esfuerzo extra el cansancio lo percibirás enseguida, ya que esa fuerza no será constante y el rendimiento a lo largo del día ira disminuyendo. También, podrías notar que tiemblas mientras lo estas aplicando, por intentar trabajar con mayor agresividad y por encima de tus posibilidades. Para eliminar esta situación debes buscar una solución, ya que el cliente lo percibe y sería algo perjudicial para ti, tanto en el plano físico como en el profesional.
Para evitar o prevenir lo anteriormente citado existen unas pautas que puedes utilizar. El uso excesivo de aceite hace que la zona este demasiado lubrica y por lo tanto las manos se deslizaran con gran facilidad, esto provocara que debas gastar más energía, ese exceso disipará la fuerza y la presión y no tendrás agarre, es mejor usar poco aceite o crema.
El ritmo que utilices también lo condicionara, si utilizas una velocidad rápida -en ocasiones- se vuelve al final superficial, ya que ejercer fuerza y rapidez exige una buena preparación física. Sin embargo, sí se realiza un ritmo lento la profundidad de las maniobras aumenta. Esta presión de profundidad es preferible realizarla oblicua, ya que si se aplica perpendicular a la superfície cuesta más trabajo y podríamos comprimir algún tejido, un ángulo de unos 40º – 50º nos permitirá un buen empuje con nuestro cuerpo, permitiéndonos profundizar mucho más, sobre todo si hablamos de zonas tan duras como un glúteo.
Por otra parte la concentración, el tener claro las maniobras que vas a utilizar en cada momento, trabajar todo el músculo desde su origen hasta su inserción, pasando por su vientre muscular, concentrándote en la profundidad que quieres trabajar, el sistema nervioso de nuestro cliente también nota los cambios de presión y reacciona ante ese estímulo. Si realizamos cambios de presión muy rápidamente podría provocar una mala reacción en nuestro cliente a causa de gran cantidad de estímulos, de ahí que sea tan importante trabajar percibiendo en todo momento la profundidad adecuada, modificándola de manera progresiva.
La última pauta, y quizás la más importante, respeta la posición de tu cuerpo, de esta saldrá un gran porcentaje de tu fuerza, empuja, no flexiones la espalda, separa tus piernas, realiza flexión de cadera y de rodilla, sin rebasar tu pie. También, procura no comprimir tus muñecas y no realices gestos forzados, mueve los brazos al mismo tiempo que realizas el resto de movimientos.
Cuídate a ti mismo para poder cuidar a los demás.
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