Adoptar un perro mayor, con sus propias costumbres conlleva, más allá de los cuidados, una reeducación, sobre todo si este es agresivo, debido al ambiente donde se ha criado.
Aunque sí que es verdad que existen algunas razas más violentas que otras, como por ejemplo: el rottweiler, el pitbull o el dóberman, todas son susceptibles de ser enseñadas, especialmente si se tienen desde pequeños.
Un ambiente abusivo o de carencias, o todo lo contrario, ocasiona miedos, fobias y problemas de socialización en el can, traducidos en un comportamiento agresivo. Si, aparte de tener un animal de estas características, estás interesado/a en realizar un curso de educador canino, lo puedes realizar en ISED Formación.
Identificación de las causas
No obstante, cabe señalar que los comportamientos antisociales pueden producirse incluso en perros que hayan desarrollado malos hábitos dentro del propio hogar. Por tal motivo, un primer paso estriba en identificar las causas. Obviamente, si el can proviene de una perrera, será más difícil, pero puede atisbarse principalmente por su conducta.
Es imprescindible la acción sobre todo si el perro muerde o intenta agredir a otras personas o animales. Los dolores crónicos, el enclaustramiento o la falta de socialización constituyen las principales causas de un comportamiento agresivo. Así, este perro inseguro, intenta con su comportamiento defenderse (a él o a su dueño) de los demás. Este hecho puede ocurrir, por ejemplo, cuando un objeto suyo es tocado por otro, o él interprete que así pueda suceder.
Tratamiento del problema
Dado que ha aprendido a que, al morder, el individuo o el animal se alejan, lo seguirá haciendo como acto reflejo; por ejemplo, en los animales de caza, este tipo de comportamientos suelen premiarse. Aquí es cuando debe entrar en escena el acto correctivo. No basta con intentar calmarlo, pues una caricia puede ser interpretada de forma positiva por el can. En cualquier caso, conociendo de antemano los contextos de conflicto, se deben evitar este tipo de situaciones, para rebajar un poco el estrés del animal. Por tanto, el dueño del animal debe oponerse de inmediato a un comportamiento agresivo, al mismo tiempo que han de restringir las caricias continuas. Se tiene que huir, igualmente, del juego duro y dedicar 10 minutos a ejercicios de obediencia. Además, no se le puede molestar en sus tiempos de comida y pausas.
Fase de reeducación
Dadas las dificultades que entraña todo este proceso, se recomienda acudir a un educador canino, pues posee conocimiento y cuenta con un distanciamiento necesario con respecto al can.
Él será quien lleve a cabo un tratamiento completo de “contracondicionamiento y desensibilización”. Se cambiarán así los estímulos y el animal se irá acostumbrando a ellos. De este modo, el perro conocerá las instrucciones auditivas y visuales al momento y procederá a acudir a una llamada, sentarse, levantarse, tumbarse o parar. Se recrean también previamente las posibles situaciones de estrés y se le enseñan métodos alternativos de comportamiento. El refuerzo positivo se desarrolla mediante recompensas, de ahí la importancia de los cursos de adiestramiento.
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