La rabia en los gatos no es frecuente si se trata de animales de interior que rara vez pisan la calle. Eso sí, nunca hay que descuidar la vigilancia por parte del ayudante técnico veterinario, ya que, incluso un gato que no salga de casa, podría contraer la enfermedad por el contacto con animales cercanos que sí estén infectados. Aquí vamos a explorar los síntomas y las fases así como los medios para curar la rabia y las formas de evitarla.
Las fases de la rabia en gatos
Como ayudante técnico veterinario, encontrar un caso de rabia en gatos es cuestión de tiempo, por lo que hay que estar preparados. Esta enfermedad se desarrolla en cuatro fases muy bien diferenciadas: fase de incubación, podrómica, furiosa y paralítica.
La incubación es completamente silenciosa sin arrojar ningún síntoma. La segunda sí que muestra ya cambios en el comportamiento del animal. Este puede volverse más agresivo y atacar sin motivo aparente e incluso vomitar y mostrar un cansancio inusual, por lo que se debe estar alerta durante este periodo.
La fase furiosa es la más característica de la rabia y desemboca en la de parálisis, un momento en el que la muerte del animal está cercana y es prácticamente inevitable.
Como se puede ver por las fases, la enfermedad presenta síntomas muy claros. Si un gato llega a la clínica con un comportamiento inusualmente agresivo o, simplemente, está demasiado cansado y vomita con frecuencia, es posible que la rabia esté haciendo ya estragos en su sistema nervioso, por lo que la vigilancia de estos aspectos es clave.
El tratamiento de la rabia en gatos
Por desgracia, la rabia no cuenta con ningún tratamiento que sea capaz de eliminarla. Esto lleva a una conclusión muy sencilla: lo más importante es la prevención. Si un cliente llega a la clínica con un gato con rabia, lo único que se puede hacer es aislar al animal para que no contagie a otros y, dependiendo de lo que haya avanzado la enfermedad, aplicarle la eutanasia para que sufra lo menos posible.
Eso sí, la prevención no es para nada complicada. Esta pasa simplemente por aplicar en el animal la vacuna antirrábica sin faltar a ninguna de las dosis que la harán efectiva. La primera aplicación se hará a los 3 meses de vida del animal y posteriormente se irá reforzando su aplicación con vacunas anuales.
Es fundamental no saltarse ninguno de los recuerdos de la vacuna antirrábica, más cuando el animal tiene acceso al exterior o cuando convive con otros animales como un perro o cualquier otro. Esta es la única forma de conseguir que un animal esté libre de un problema potencialmente mortal, por lo que desde la clínica se debe concienciar a los dueños de gatos de que no descuiden este proceso.
En definitiva, es muy sencillo salvar a los gatos de la rabia con prevención e imposible hacerlo cuando la enfermedad ya ha manifestado su presencia, algo que hay que tener presente tanto para reducir el sufrimiento del gato como para evitar que este contagie a otros.