Los meniscos son piezas de ajuste articular que podemos encontrar en las costillas, en las muñecas, en las costillas, etc. Sin embargo, los más conocidos por todos son los de las rodillas. De hecho, cuando sufren una lesión, son los que más problemas a corto, medio y largo plazo generan en el paciente. Por ello, aquí queremos hacer hincapié en cómo es el proceso de rehabilitación de una rotura o desgarro de menisco dentro de la sanidad.
El tratamiento de la rotura de menisco
Generalmente, la rotura o el desgarro del menisco va acompañada por un dolor agudo e intenso y de una fuerte inflamación sin presencia de sangre. De hecho, cuando aparece un hematoma, suele ser señal de que también ha habido daños en los ligamentos internos o externos de la rodilla.
Una vez realizado el diagnóstico, es necesario esperar a que la inflamación baje guardando reposo y, posteriormente, realizar una cirugía llamada artroscopia con el proceso de suturar o eliminar parcialmente la sección dañada. Esta última opción solo se escoge en casos extremos ya que multitud de estudios evidencian que la ausencia de menisco multiplica las posibilidades de sufrir artrosis en el futuro.
Llega el momento de rehabilitar la rotura de menisco
Una vez que ya se ha realizado la intervención quirúrgica por parte del traumatólogo especializado en lesiones de rodilla, es necesario guardar unos días de reposo y, posteriormente, dar comienzo a sesiones de rehabilitación dentro de la sanidad para recuperar la movilidad de la articulación.
Deberá ser un fisioterapeuta licenciado el que se ocupe de llevar a cabo este proceso. Pero, ¿cómo lo hará? En líneas generales, su terapia se basará en lo siguiente:
- Incremento de la masa y de la fuerza muscular de los cuádriceps y de los isquiotibiales: el propósito es el de compensar la pérdida de sujeción que ha experimentado la rodilla por culpa de la rotura de menisco fortaleciendo la musculatura periférica y que le da soporte. Los ejercicios comienzan realizándose de forma libre para, poco a poco, ir añadiendo peso.
- Mejora del equilibrio: este es un problema habitual entre las personas que sufren una lesión en los meniscos de sus rodillas. En concreto, los ejercicios destinados a mejorar el equilibrio son propioceptivos y suelen utilizarse elementos adicionales como, por ejemplo, balones medicinales o de baloncesto para potenciar sus efectos.
- Reeducación de la marcha: otro aspecto clave en el trabajo del fisioterapeuta es el de corregir las incorrectas posiciones que el paciente pudiese adoptar al caminar. Estas son más habituales de lo que pudiese parecer y, en muchas ocasiones, pueden ser el detonante que dé pie a la rotura del menisco.
La labor del fisioterapeuta debe ir siempre acompañada de las revisiones que el traumatólogo haga de la rodilla del paciente. Estas irán acompañadas de radiografías y pruebas similares destinadas a comprobar la evolución del tejido. Por lo general, una persona de edad media que sufre este tipo de lesión suele estar recuperada al 100 % en un plazo de entre 6 y 8 meses después de la operación.