Cuando hablamos de un educador canino, nos referimos a un profesional con la habilidad de utilizar métodos y técnicas encaminados a que nuestro perro reciba enseñanzas que faciliten la convivencia familiar.
Aunque a veces se confunda el término con el de adiestrador, existen diferencias sustanciales. Mientras que adiestrar a los perros supone enseñarles destrezas para realizar trabajos y actividades específicas algo alejadas de la vida común diaria, la educación permite que, sobre todo los cachorros o perros con problemas de comportamiento, aprendan a relacionarse adecuadamente con su entorno.
El educador canino como necesidad para una buena convivencia
La adecuada educación de los perros es tan necesaria que lo más adecuado sería contar con la ayuda y consejos de un educador canino cuando todavía son cachorros. Es la mejor forma de asentar adecuadas bases de comportamiento, sobre todo en familias sin demasiada experiencia con estos animales.
Sin embargo, la figura del educador canino se nos hace necesaria no solo cuando la conducta de nuestra mascota produce un malestar que no podemos controlar, sino como buena práctica para garantizar que nuestro perro se desarrolla con las mejores garantías emocionales. Sin embargo, se suele acudir a este tipo de profesionales en el caso que comentabamos anteriormente, cuando el malestar incontrolable ya es patente. El problema es que, cuanto más se tarde en afrontar la tarea, más difícil será reconducir el comportamiento canino en la dirección que deseamos.
Además, la tarea no es tan sencilla como dejar al perro para que reciba un par de sesiones por parte del educador canino, porque sus dueños o cuidadores habituales necesitan aprender también, ya que continuarán tratando y conviviendo con el animal cuando la tarea del profesional haya terminado. Esto último es una de las partes más difíciles de aceptar por los dueños.
Signos que aconsejan contar con la ayuda del educador canino
Existen situaciones en las que la conducta de nuestros perros nos lleva a confusión, pues oscila entre la normalidad de un temperamento y personalidad determinados, o la anormalidad que recomienda la ayuda de un educador canino.
La timidez en los perros
La timidez puede ser un rasgo concreto destacado en nuestra mascota. Sin embargo, si eso le impide relacionarse con el resto de perros, escondidos detrás de nosotros, existe un indicador de miedo anormal y la ayuda del educador canino sería conveniente.
La conducta antisocial canina
La conducta antisocial también tiene sus grados. De no apetecerle relacionarse en un momento concreto a preferir estar siempre solo, rehuyendo la relación mediante gruñidos o huyendo, estamos ante un problema similar de miedo.
Exceso de efusividad en el perro
El exceso de efusividad canina puede parecer gracioso en perros jóvenes. Sin embargo, esta forma tan acelerada de acercarse a otros canes indica un déficit educativo, un impulso que se debe controlar para evitar problemas con ellos.
Más fácil es distinguir situaciones en las que, inevitablemente, se hace imprescindible contar con un educador canino que intervenga en la reconducción de la educación de nuestro perro, antes de que sea tarde.
Ansiedad por separación
Aquellos que no soportan la soledad, hasta el punto de que cuando los dejamos solos reaccionan con comportamientos absolutamente indeseados. Un perro con ese problema de ansiedad puede destrozar lo que le rodea, orinar por todos los rincones de la casa o pasarse horas enteras ladrando sin parar.
Agresión física por parte del perro
Sin duda alguna, si el perro muerde, resulta imprescindible un educador canino. Esa conducta es necesario erradicarla, como fuente continua de riesgos y problemas y no forma parte del comportamiento normal de un perro correctamente educado.
Si estás interesado en formarte en esta apasionante profesión de la educación canina, no dudes en ponerte en contacto con nosotros. Resolveremos todas tus dudas y te informaremos de todo sin compromiso.