La mayoría de las personas pasan mucho tiempo al aire libre durante el verano y, por tanto, expuestos más horas al sol. Cada vez son más las personas que aceptan con responsabilidad la necesidad de proteger la piel frente a la radiación solar, más no ocurre lo mismo con la protección de los ojos.
El sol es conveniente para la vista, pero en su precisa medida. Es la principal fuente para poder sintetizar la vitamina D que juega un importante rol en la salud ocular. La carencia de esta vitamina puede estar relacionada con un riesgo mayor de degeneración macular relacionada con la edad (DMAE), retinopatía diabética y problemas del lagrimal, como por ejemplo el ojo seco.
Ahora bien, al mirar al sol de forma directa, se pierde la visión por momentos, porque estos rayos destruyen las células oculares, encargadas de responder a los estímulos visuales. La radiación solar puede causar daños fotoquímicos en todas las capas del globo ocular, al quemar los tejidos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que más de tres millones de personas al año se quedan ciegas por causa del exceso de radiación solar.
La luz y el ojo humano
La luz contribuye al desarrollo del ojo humano y a conservar la distancia correcta entre el cristalino y la retina, para producir el enfoque en la visión.
El ojo funciona como una cámara fotográfica. Cuenta con una lente, llamada cristalino que permite ajustar la imagen, según la distancia a la que se encuentre, para que quede enfocada en la retina; un diafragma llamado pupila, el iris que regula su diámetro; y un tejido sensible a la luz que es la retina y corresponde al sensor de la cámara fotográfica o a la película.
La luz atraviesa la córnea o la capa más externa del ojo, se introduce por la pupila, traspasa el cristalino y llega a la retina; allí es transformada en impulsos eléctricos que son llevados al cerebro, mediante el nervio óptico.
Cuando un rayo de luz pasa de una sustancia transparente a otra con distinta densidad, su trayectoria se desvía y este proceso se conoce como: refracción. Para que las imágenes se vean nítidas, los rayos de luz que penetran en el ojo deben refractarse o cambiar de dirección y quedar enfocados con exactitud en la retina.
Cuando el ojo no es capaz de enfocar la imagen en la retina se originan los errores de refracción como la miopía, la hipermetropía o el astigmatismo, caracterizados por imágenes borrosas.
Consecuencias de los rayos UV en los ojos
La exposición excesiva a los rayos ultravioleta puede producir daños en todas las capas del ojo, debido a que es un órgano especialmente sensible al sol, incluso más que la piel. Las consecuencias más comunes son:
Daños en la conjuntiva que es la membrana transparente que recubre la córnea.
En la conjuntiva se pueden producir crecimientos anormales, entre ellos:
- Pinguécula: es un pequeño bulto blanco o amarillo que se forma justo al lado de la córnea.
- Pterigion: es un bulto blanco o amarillo que invade la córnea.
Daños en la córnea:
- Queratitis o fotoqueratitis. Es un tipo de inflamación de la córnea causada por la exposición prolongada al sol sin protección.
- Ojo seco. La inflamación de la córnea por exposición solar puede provocar esta condición.
- Aparición de cataratas. Los rayos de sol atraviesan el cristalino y favorece el desarrollo de cataratas que es la opacidad del cristalino.
Daño en la retina: los rayos ultravioletas inciden en la mácula que es la parte del ojo que permite ver los detalle pequeños y, junto con otros factores, pueden adelantar el envejecimiento visual, deteriorar tejidos externos y provocar zonas de baja visión, promoviendo la Degeneración macular asociada a la edad (DMAE) y la Maculopatía solar.
Cómo proteger los ojos del sol
- Es esencial considerar que existen lugares en los que los efectos nocivos del sol son más notables. Mientras más cerca está un país del Ecuador, más fuerte es la repercusión solar. También se debe tomar en cuenta el tipo de actividad que se realiza y el lugar en el que se está: montaña, mar, nieve, arena, entre otros, por su cercanía al sol y porque sus rayos se reflejan en una superficie reflectante.
- Utilizar gafas de sol homologadas, es decir, con un filtro solar adecuado. Además, es importante que cubran bien los ojos.
- Si se usan lentes, es importante garantizar que los mismos cuenten con protección contra los rayos UV y UVB y de no ser así, utilizar también gafas de sol.
- El protector solar también debe aplicarse en los párpados y alrededor de los ojos. En el mercado existen productos especiales que no provocan ardor o irritación.
- Mantener en todo momento la protección de los ojos, aunque el cielo esté nublado, pues los rayos solares atraviesan las nubes y pueden causar daño de igual manera.
- Evitar la exposición solar en las horas de mayor intensidad de los rayos, es decir, entre las 10 y las 17 horas, pero especialmente entre las 12 y las 14 horas.
- Colocarse lágrimas artificiales, sobre todo en el caso de utilizar lentes, para lograr una óptima hidratación ocular.
- Los niños menores de 6 años no deben exponerse al sol. Al tener la edad adecuada, es conveniente que utilicen gafas con filtros solares y adaptadas a sus actividades.
- De ser posible, reforzar la protección visual con el uso de gorras, viseras o sombreros.
- Protegerse durante todo el año.
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